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España España · Madrid
Voto de Pedro:
2
Ciencia ficción. Thriller. Terror Cuando su marido desaparece durante una misión secreta para regresar sin recordar nada, la bióloga Lena se une a una expedición a una misteriosa región acordonada por el gobierno de los Estados Unidos. El grupo, compuesto por 5 mujeres científicas, investiga la zona X, un intrigante lugar controlado por una poderosa fuerza alienígena. La zona X es un lugar al que han ido otras expediciones, pero del que ninguna ha vuelto. (FILMAFFINITY)  [+]
17 de marzo de 2018
14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encendí el televisor con grandes esperanzas. Me habían hablado de una película de Ciencia Ficción recién estrenada para un canal de TV que tenía excelentes criticas. ¡Vaya si eran buenas! "Merecería verse en salas de cine", decían, "potente carga filosófica", "cine de género de calidad", "elegante propuesta", "protagonista fascinante", "apasionante", "estimulante, hermosa y brutal", "imágenes asombrosas", "inquietante y atrevida"... En definitiva, que esto era lo menos bueno que se leía sobre la película. O sea, que debía ser el no va más de la Ciencia Ficción, a la altura como mínimo de algunas de mis favoritas del género como "Blade Runner", "2001: una odisea del espacio" o "Alien, el octavo pasajero".

Para colmo era la segunda obra firmada por el director y guionista, Alex Garland, cuya ópera prima "Ex Machina" tuvo muy buena acogida y ciertamente me pareció un buen trabajo. Así que aquí debía superarse a sí mismo alcanzando el excelso parnaso de la cinematografía sólo reservado para unos pocos, para los mas grandes. Sin duda me disponía a ver una obra maestra.

Empiezan los títulos iniciales de las productoras con enseguida la primera escena de la protagonista, y con un bol de palomitas a mi lado, ya segrego saliva de la emoción mientras escucho los primeros acordes de una sugerente banda sonora. Poco a poco, según avanza el filme observo la pantalla distorsionada en mi televisor, como con un halo de colores que difumina algo la imagen. "¡Mierda!", pienso. "Ya se me ha fastidiado el plasma de 55 pulgadas, con la pasta que vale esto y caducada la garantía." Nervioso, paro un momento la película, y al cambiar de canal compruebo aliviado que ahí se ve bien. Así que sigo con la película intentando ignorar ese extraño fenómeno que la acompañaba.

Casi una hora después, comienzo a ver el halo de colores desplazándose sobre la mesa de mi salón y llegando a cubrir el sofá donde me encuentro. Para entonces ya sentía raras sensaciones en mi cuerpo. Lo sentía ensancharse y veía mis manos oscurecerse y hacerse viscosas. Hacia el final del metraje comprendí que algo me estaba pasando. En mi mesa no había un florero como siempre, sino varios idénticos, de hecho terminó habiendo tres mesas con floreros idénticos, el sofá también se multiplicaba, igual que el resto de los muebles, incluso el televisor, y al no caber en la habitación se apilaba cada nueva cosa sobre otra.

Coincidiendo con el final de la película, me levanté a mirarme en el espejo, que ahora eran siete espejos en los que vi siete imágenes que... ¡Horror! Aquello sí que era terrorífico, fantástico y profundamente filosófico. Se trataba de siete reflejos de un ser repulsivo y monstruoso. Pronto comprendí que el reflejo era yo mismo. Cual metamorfosis kafkiana mi ser había mutado las células, trastocado el espacio y el tiempo, retorcido mi propia mente que ya no pensaba igual, afectado sin duda por radiaciones de aquel extraño halo que acompañaba a la película, y ahora yo no era sino lo que veía en el espejo: una cucaracha gigante. Lo más fastidioso es que en ese estado ya no podía acabarme las palomitas, ni ninguna otra cosa, y estaba abocado a terminar mis días como le sucediera a Gregorio Samsa.

Aunque tarde, comprendí entonces la filosófica trascendencia del título de la película, que por otra parte era mala hasta decir basta, y que con ella si uno aguantaba hasta el final dejándose arrastrar por la propaganda y la comercialización de los días que nos ha tocado vivir, llevaba a la propia y definitiva aniquilación.
Pedro
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