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Voto de Kyrios:
2
Bélico. Acción Abril de 1945, la guerra está a punto de acabar. Al mando del veterano sargento Wardaddy (Brad Pitt), una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque -el Fury- ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes saben que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2015
100 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fury (Corazones de Acero, 2014) es exactamente lo que promete el Tráiler. Un filme de propaganda norteamericana más. La Historia Anglosajona sigue en su línea de tergiversación, aunque hay una secuencia tremendamente nauseabunda en el filme, que destaca por encima de todas y supera la de otros panfletos como podrían ser Pearl Harbor (Pearl Harbor, 2001) del nefasto Michael Bay. No extraña viniendo de un director como David Ayer, que ya en el año 2012 había realizado una auténtica oda a la policía de los Estados Unidos, con el filme End of Watch (Sin tregua, 2012)

Y es que poca gente lo sabe, pero cuando se produjo el desembarco de Normandía y los aliados entraron en el continente europeo, centenares de miles (algunos Historiadores llegan más allá alzando la cifra hasta los Aproximadamente cuatro Millones) de mujeres fueron violadas por las tropas Aliadas. Algo que siempre se ha tratado de ocultar, como el que uno de los bombardeos más destructivos de la segunda guerra mundial se produjera sobre una ciudad Alemana, como es Dresde. Pero es que además en Corazones de Acero, nos encontramos con una secuencia que trata de enturbiar este vomitivo hecho. La Violación aparece presentada en una secuencia del filme como un simple flirteo entre un joven y apuesto soldado norteamericano y una muchacha alemana que se rinde en cuestión de segundos a sus brazos (algo totalmente absurdo, porque después de que entren soldados a tu casa y uno de ellos se quite la camisa en tu cara, lo mínimo que coges es miedo). Aún más caricaturesco resulta ver a Brad Pitt contemplar la escena y comentar en voz alta que “Cosas de la vida, son jóvenes y estamos en guerra”.

Y eso que el filme no inicia mal su andandura. De hecho, hay dos películas en Corazones de Acero La primera nos la encontramos con la presentación de personajes y los primeros escarceos bélicos. La segunda llega hasta la comentada escena y pasa por un final totalmente delirante, que habría firmado el hijo secreto de John Wayne o Kissinger.

Situémonos. Último año de guerra, los aliados ya han desembarcado y se dedican a conquistar las últimas ciudades alemanas. Un joven americano, interpretado por Logan Lerman, que no tiene ningún contacto con el ejército (en realidad trabaja como tipógrafo) es mandando a combatir en un tanque que lidera el personaje principal de Brad Pitt. En esta primera parte del filme nos encontramos con una buena producción y ambientación (en honor a la verdad pocos filmes muestran mejor la experiencia de la guerra) y con secuencias que pretenden demostrarnos la auténtica cara del conflicto. Muerte y desolación, sin tiempo para heroísmos (algo que se contradirá con el posterior metraje).

En la segunda parte del filme, el disparate alcanza cotas surrealistas. Nuestro comandante, que en un principio era presentado como un cruel y despiadado oficial, acaba adquiriendo tintes cordiales y dulces. La película parece querer justificar las primeras secuencias del filme, desarrollando que la dureza que el personaje de Brad Pitt le presenta al inexperto recluta como algo inevitable dentro de la guerra. Es decir, Corazones de Acero acaba por seguir la tesis de “La Guerra es dura, pero es la guerra” e incluso no condenar actos como el disparo por la espalda ante un soldado alemán ya rendido, acto criminal sea del bando que sea y que nos muestra el filme en los primeros compases.

Y todo acaba girando en un combate demencial que no tiene ningún tipo de sentido. El tanque de nuestros protagonistas pisa una mina y queda inhabilitado. Se enteran de que un centenar de Nazis se dirigen hacía ellos, pero a Brad Pitt se le va la olla y decide quedarse en el tanque y combatir hasta la muerte. Una orden que le habría costado el puesto en la realidad (por exponer inútilmente a los soldados de su pelotón) pero que aún adquiere más cotas de locura cuando David Ayer nos muestra el desarrollo del combate. Los soldados alemanes se abalanzan sobre bárbaros hacía el tanque, sin tener en cuenta que este les dispara decenas de balas. Un ejército que había conseguido victorias militares ante medio mundo queda ridiculizado por cinco soldados norteamericanos. La Épica está servida.

Por si fuera poco, el diseño de los combates resulta totalmente antihistórico. La película propone el combate de Panzers cara a cara, como si estuviéramos ante una película más de la saga Star Wars. Inclusive, Por seguir el modelo de George Lucas, el director del filme nos diferencia los disparos de un bando y otro, infografiándolos de colores diferentes, con el resultado de que el espectador parece presenciar una batalla de Rayos láseres en toda regla.

http://neokunst.wordpress.com/2015/01/0 ... erro-2014/
Kyrios
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