El primer recuerdo que me trae a la mente esta maravillosa película, es del año 1999 cuando se estrenó, es la única película vista por mi, que me ha hecho quedarme en la puerta del cine pensando en ella por un gran rato para aclarar todas las ideas.

El indio M.Night Shyamalan interrumpió en el mundo del séptimo arte como un elefante en una cacharrería, dejando una obra maestra del género para el disfrute de muchas generaciones. Esta historia tiene muchas cosas positivas, las cuales no tendré espacio para mencionarlas y no dejarme algunas atrás.

Desde el mismo comienzo con ese ambiente aparentemente sin peligro, donde acompañado por su esposa y un ex-paciente, nos dará pie a lo que nos mostrará más tarde. El espectador disfruta de la película viendo al personaje de Willis redimirse de su fracaso anterior con el joven niño, el cual tiene un problema mucho más gordo de lo que él pensaba en un principio. Desde una atmósfera de tensión, incertidumbre, expectación y en ocasiones terror, iremos conociendo a ambos personajes y sus respectivos problemas con las personas que los rodean. El poder visual es grandioso, cada detalle que vemos en primer plano, o en segunda línea, te indica algo importante para entender toda la trama. El ritmo es elegante, no llegando a cansarte a pesar de que casi todos los minutos en pantalla se los comen la pareja protagonista. Los secundarios están muy bien escogidos y al contrario de lo que estamos acostumbrados con el efecto florero, sus intervenciones enriquecen el contenido de la trama. Shyamalan juega a inclinar la historia hacia una dirección con la participación directa del espectador que se agarra a la historia como el director desea, para luego sorprendernos con un giro argumental que aclarará cada momento vivido hasta llegar a ese punto. Es como recibir un zasss en toda la boca sin esperarlo.

Las actuaciones son para enmarcar, en especial la del joven Haley Joel Osment, quien no solo es bastante creíble, sino que lo hace de forma muy natural, una lástima que este personaje se comiera al resto de los de su carrera. Willis está soberbio y que decir de Toni Collete.

La recordaba con mucho cariño, y después de verla casi 16 años después, ha envejecido perfectamente.