Ya de por si lo que ofrece está muy manido. Típico chico conflictivo que destaca en el deporte pero con una cabeza más llena de pájaros que los Palmitos Park. A ello se suma una familia encantadora, padre militar ejemplar que intenta llevarlo por el buen camino, madre cariñosa y atenta y hermano menor más bueno que el pan. Total que el desastre se come la pantalla él solito, recordemos que el mal atrae más que el bien. En el camino aparece la chica de turno que se fija en el mozalbete porque es guapete, está claro que al director no se le ocurriría poner al hermano feo de los Calatrava. Y ocurre una desgracia, su padre muere en una misión, pero ojo, que antes de morir le envía un mensaje al móvil, eso es un padrazo, en lugar de llamar a la central para que lo salven, nada de eso, le mando un mensaje a mi hijo para que tenga un buen partido y sea una buena persona. Sí señor.

Y seguimos viendo más de lo mismo, el chico que era un cafre, aumenta la cafrería hasta puntos inimaginables, pero la chica y los consejos de su padre fallecido, lo hacen recapacitar y se integra en el equipo, donde en este tipo de películas para no ser nada originales, le aguarda el papel protagonista en el último segundo del último partido para ser la estrella. Mucho no se han comido el coco, así que no lean esto como un spoiler porque no lo es, es simplemente usar la razón en esta historias tan repetitivas.