¿Os acordáis de las series de los años 80? Esas en las que el guión del capítulo era una fotocopia del capítulo anterior. Qué entretenidas eran. Como Jessica Fletcher, que siempre era invitada a una fiesta donde aparecía un muerto. Ella investigaba hasta que encontraba al asesino, que siempre parecía ser el joven, pero acababa siendo el hombre mayor y bonachón. Él contaba el asesinato en flashbacks a Jessica y ésta le miraba diciendo: “Así no se hacen las cosas”. Entonces intentaba huir el malo, pero en ese momento se abría la puerta del salón y aparecía el sheriff, que había estado escuchándolo todo desde el otro lado.

Bien, Phineas y Ferb es algo parecido. Al principio, los padres de los chicos protagonistas hacen, organizan o ven la tele, lo cual da ideas a Phineas y su hermanastro Ferb a realizar algo ese día. Es el momento en el que Phineas el charlatán dice: “Ferb, ya sé lo que vamos a hacer hoy”. Suele ser una obra de ingeniería gigante, tal como una montaña rusa, un ascensor a la luna o una playa, todo sin salir del jardín. Esto molesta a Candance, la hermana mayor adolescente de Phineas, que siempre ve cómo sus dos hermanitos impiden en su intento de ligarse a Jeremy. Ella intentará que su madre (que se ha ido de casa, siempre lo hace) se entere de los planes de sus hermanos. Por lo tanto, hará todo lo posible por pillarlos con las manos en la masa. Llegamos al punto en el que cualquier personaje de la serie (salvo Ferb) pregunta al aire: “¿Dónde está Perry?”. Perry resulta ser un agente secreto conocido como Agente Pi. Y también es un ornitorrinco. Cuando alguien lanza esta pregunta al aire, el ornitorrinco bobalicón aparece en otro lugar de la casa o pueblo con aspecto inteligente y un sombrero (algo importante, no se puede ser agente sin un sombrero) y, tras una estrambótica entrada en la base principal recibe el encargo de detener al pérfido Doctor Doofenshmirtz, cuyos planes maléficos varían en cada capítulo, y las motivaciones del malvado doctor también. En el momento de la pelea entre el Agente Pi y el Doctor acaban por hacer desaparecer aquello que Phineas y Ferb han construido, en el momento justo en el que han terminado de usarlo y antes de que la madre de los chicos llegue con Candance para pillarlos. La madre toma por tonta a la adolescente y normalmente es Phineas el que dice: “¡Oh, aquí está Perry”, justo cuando aparece el ornitorrinco de nuevo con su aspecto bobalicón. Ferb dice una frase tan culta como fuera de contexto y se acaba el capítulo.

Son todos así, a grandes rasgos. Y a pesar de ello, puedes ver capítulos dos horas seguidas sin aburrirte. Su sentido del humor es absurdo a la par que magnífico. No sé si un niño puede entender todos los chistes, pero si no sabes que ver con tu hijo, esto te gustará tanto a ti como a él. Es divertido, gracioso y lleno de gags. Y disparatado, no le busques sentido, no lo tiene.