El cine del portugués Joao Pedro Rodrigues se aleja de lo previsible y lo convencional, sus relatos suelen ser sugerentes e intrigantes, y en su más reciente película, ‘El ornitólgo’, modifica un tanto su registro, pero mantienen ese halo de misterio plagado de bellas imágenes.

Fernando (Paul Hamy), es el ornitólogo del título, navega en su kayak por un rio observando y registrando en su grabador las diferentes aves que va encontrando, siendo su objetivo encontrar cigüeñas negras. Observa con detenimiento a las aves y su comportamiento, mientras los contraplanos parecen advertir que las aves también le observan a él.

Al descuidar el recorrido que hace, se encuentra en una avanzada del río que le provoca un accidente que le deja inconsciente, siendo rescatado por un par de jóvenes chinas, quienes se han perdido mientras hacían el camino a Santiago de Compostela, al negarse a llevarlas para retomar el camino correcto las chicas lo atan, pero luego él logrará escapar para encontrarse en su andar con diferentes personajes y experiencias.

La película de Rodrigues es toda una experiencia, como es habitual en su cine, sin intenciones de esclarecer las intenciones de los pasajes a los que enfrenta a su personaje, pero del que puede deducirse unas ciertas citas al andar de San Antonio de Padua, dadas las variadas referencias religiosas que se va encontrando Fernando en su andar, incluida la predicación a los peces o un encuentro con un joven llamado Jesús.

El inicio de la película es de lo más convencional visto en alguna película de Rodrigues, pero tras la aparición de las jóvenes chinas el relato va adquiriendo un tono que va de lo onírico a lo poético, de lo delirante a lo blasfemo, todo envuelto en una extraña y desconcertante belleza

Una película sugerente, inquietante, plagada de misterio y capaz de crear diversas atmósferas subyugantes con elementos mínimos.


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