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España España · ALCALÁ DE HENARES
Voto de Inaki Lancelot:
5
Intriga Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos de la mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcación, el inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo para esclarecer el crimen, pero los vecinos se resisten a desvelar sus sospechas. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine negro es un género fundamental en la historia del séptimo arte, y en las series de televisión, y, sin embargo, la crítica actual eleva el listón para incluir una obra de trama detectivesca entre sus preferencias. Así que el thriller se asocia más a la taquilla que a los festivales, cuando constituyó para muchos la puerta de entrada a la cinefilia. Cuando es imposible para más de una generación olvidar los personajes de Humpfrey Bogart… o aquella gabardina del gran Colombo.

De la España de los últimos veinticinco años, han quedado en mi memoria tres policiales: «Tu nombre envenena mis sueños», «Días contados» y «La voz de su amo». Los dos primeros protagonizados por Carmelo Gómez, quien regresa ahora a un personaje que ya interpretó hace dos décadas. En esta decimoséptima realización de Gerardo Herrero, quien alterna temáticas generacionales con otras de suspense, como la que nos ocupa.

«La playa de los ahogados» es una obra arquetípica del director madrileño: producción e interpretaciones correctas y argumento bien engarzado. Cumple con su objetivo de entretenimiento, pero no ofrece algo reseñable para el recuerdo, que la diferencie de otros filmes anteriores de intriga.

Si acaso, al final del metraje, un esbozo que escapa a la línea general. Un gesto expresado por Celia Freijeiro y magníficamente captado por la cámara. En estos tiempos de pena de telediario, de escándalos de prensa. De contemplar reiteradamente cómo un policía ejerce su potestad sobre un árbol caído, al modo de empujador del metro de Tokio, ayudando al demonio que fue ángel a entrar en el coche policial. Entonces, el objetivo se desvía y presta atención a la pareja del corrupto. La que quizá vivió en una nube de abundancia creyendo ciegamente en la capacidad casi artística de su marido por acumular riquezas. La que choca con la realidad, justo en el momento en que la figura de quien fue héroe se pierde en el andamiaje de la culpa.

Sin duda, aquí hay para una película.
Inaki Lancelot
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