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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
9
Drama Marion Post, una brillante profesora de Filosofía, ha solicitado una excedencia para escribir un libro. Un día descubre que desde el estudio en el que se ha instalado para trabajar puede escuchar las sesiones de psicoanálisis de una consulta contigua. Las conmovedoras confesiones de una de las pacientes la llevan a analizar en profundidad su propia vida, que, a partir de entonces, le parece vacía y basada en el autoengaño y el miedo a las emociones. (FILMAFFINITY) [+]
19 de noviembre de 2009
78 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué ocurre cuando oímos aquello que sabemos y sin embargo nos negamos a admitir? ¿Es posible ser feliz viviendo una mentira que nosotros mismos hemos creado y alimentado durante años? ¿Puede nuestro miedo a las aristas de la vida inhibirnos de dar y recibir emociones auténticas y convertir nuestra existencia en una árida abstracción intelectual que nos protege pero nos aísla de quienes nos rodean? ¿Qué es preferible, una vida apacible y rutinaria pero fría, junto a seres a quienes en el fondo no amamos y que no nos proporcionan más que una falsa sensación de bienestar, o arriesgarnos a ser sinceros, a desnudar nuestros sentimientos y admitir la posibilidad del fracaso y el error, a desviarnos del camino ficticio que nuestro intelecto ha dibujado para nosotros sin tener en cuenta la plena satisfacción de nuestras emociones? En uno y otro caso, ¿qué futuro nos espera? Y si miramos atrás, ¿qué encontramos?

Las grandes obras artísticas son aquellas que abren interrogantes, no las que proponen respuestas. Las que causan inquietud y zozobra, no las que proporcionan comodidad o sosiego. Las que no nos permiten respirar mejor, sino que nos fuerzan a preguntarnos qué hay detrás del acto mismo de respirar, su utilidad y sus consecuencias. Las que nos obligan a enfrentarnos con la vida, sea cual sea el precio que ello conlleve.

Woody Allen traza en “Otra mujer” un profundo e hiriente retrato de Marion Post, una mujer que en apariencia ha colmado todas sus expectativas vitales, que es, recién cumplidos los 50, lo que siempre aspiró a ser: una respetada profesora universitaria de filosofía, felizmente casada con un hombre tan culto e inteligente como ella. Una conversación oída por casualidad la lleva a encararse consigo misma y con su relación con quienes la rodean, y se descubre, en los ojos y la memoria de los demás, convertida en una mujer gélida, distante y exigente, en quien todos ven un juez antes que una esposa, una hermana o una amiga, un intimidante ídolo digno de respeto pero a quien nadie es capaz de imaginar haciendo el amor sobre el suelo del salón. Y Marion contempla, por primera vez, el vacío sobre el que se sustenta su vida.

“Otra mujer” es, sin duda, una de las películas más redondas de la filmografía de Allen. Todo en ella muestra al gran cineasta que hay en él y el altísimo grado de depuración al que puede llegar su cine: la sabia mezcla de realidad, sueño, ficción y arte, los diálogos, literariamente cincelados pero no impostados, la bella y limpia fotografía de Sven Nykvist, que se recrea en encuadres de turbadora desnudez y en poderosísimos primeros planos, la exquisita banda sonora (Satie, Mahler, Bach), o las ajustadas y sobrias interpretaciones, entre las que destaca sobremanera la de su protagonista principal, una sobrecogedora Gena Rowlands que logra transmitir la lacerante angustia de esa mujer que acaba de encontrar, inesperadamente, la entrada que conduce a su propio infierno. Y que ahora ha abierto la puerta.
Normelvis Bates
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