Haz click aquí para copiar la URL
Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
7
Drama TJ (Devin Brochu), un niño 13 años, y su padre, destrozados por la trágica pérdida de su madre y esposa, se van a vivir con la abuela. Un día, de camino a la escuela, TJ conoce a Hesher (Joseph Gordon-Levitt), un veinteañero con muchos problemas, que se convierte en el mentor y torturador de TJ impulsándolo a meterse en toda clase de líos. En una ocasión, Nicole (Natalie Portman), una joven dependienta de una tienda de ultramarinos, ... [+]
9 de febrero de 2013
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como tanta otra gente, yo pertenezco a una generación atormentada. Crecer en los setenta y los primeros ochenta, con dos canales de tele, sin mando a distancia y sometido a la dictadura materna significaba, en mi caso y en el de miles y miles de inocentes víctimas más, que parte de los domingos por la tarde había que pasarla, velis nolis, en compañía de una extraña y terrible criatura llamada Michael Landon. Puedo afirmar, orgulloso, que nunca le he arrancado más lágrimas a mi madre de las que este monstruo sin entrañas le arrancó, primero con “La casa de la pradera” y con “Autopista hacia el cielo” después. Y eso que motivos, ay, se los di a manos llenas.

“Hesher” me ha traido recuerdos de aquella época. No porque hacia 1987 yo estuviera descubriendo a Metallica, ni porque me identifique demasiado ni con el niño protagonista ni con ese peculiar headbanger que da título a la película, sino porque la historia de este extraño ser surgido de quién sabe dónde y que se presenta sin ser invitado en el hogar de una familia al borde de la desintegración a causa de una tragedia no deja de ser una astuta revisión en clave “indie” de las aventuras de Jonathan Smith, aquel infatigable y bondadoso ángel de vuelta entre los humanos, que iba de casa en casa solventando rencillas familiares, devolviendo al redil a las pobres ovejitas descarriadas y predicando entre sus semejantes el amor al prójimo y la palabra del Señor.

Lo que Hesher predica, sin embargo, no es precisamente el mutuo entendimiento entre las personas. Él y su negra y sucia furgoneta parecen haber brotado de la nada para violentar el mundo que rodea a la aturdida familia Forney y liberarla así del fantasma de una madre y esposa muerta. Sin motivo aparente ni explicación posterior, Hesher saquea su nevera, les somete a guitarrazos, les expone a porno y a procacidades, mete a TJ, el desorientado niño de la casa, en tremendos atolladeros y le abandona a su suerte, traiciona su confianza, se cepilla a su amor platónico, usa la mentira, la violencia y la intimidación. La misión de Hesher consiste, básicamente, en alimentar e incendiar la ira y la frustración de TJ y lograr de este modo que viva la vida que el espectro de la madre muerta le impide disfrutar.

Lo mejor que ofrece esta interesante película surge, precisamente, de las crudas sesiones de autoayuda que este retorcido y oscurísimo ángel administra sin contemplaciones a los Forney. “Hesher”, de hecho, funciona a la perfección mientras es ácida e inmisericorde, y sólo flojea un par de veces, justo cuando a su director le da por la gazmoñería y la lágrima fácil (un burdo e innecesario flashback, unas tontas escenas en cámara lenta), viejos y desgastados trucos que, por suerte, no logran borrar esos memorables minutos en el tanatorio y el paseo triunfal de la abuela Forney, unas escenas que deberían bastar para ahuyentar al fantasma de Michael Landon y devolverlo de vuelta al cielo, de donde nunca, nunca, nunca debía haber salido.
Normelvis Bates
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow