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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
8
Drama. Comedia. Intriga Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase, muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Este chico, que se siente extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre esa ... [+]
8 de octubre de 2013
40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca debisteis confiar en mí. No, no os culpéis; es comprensible que lo hicierais. Os engañaron mis blandos modales, mi aspecto angelical, mi tímida sonrisa de niño desamparado y necesitado de afecto. Os vencí sin apenas luchar. Así lo había planeado. Sois tan fáciles, tan previsibles. Leo en vosotros como en un libro abierto. No necesito sino ir pasando las páginas, dejaros hablar, que vuestra inútil y condescendiente palabrería os haga sentir superiores. Nada hay que temer, ¿no es cierto?, de un torpe e inofensivo adolescente con mucho que aprender. Hablad, hablad, y fingid que escucháis. Con eso tengo bastante para entrar en vuestra casa.

Todo cuanto deseo es robaros, despojaros de todo cuanto es vuestro. No os alarméis, no seáis ridículos, no llaméis aún a la policía. No hablo de vuestros estúpidos televisores de plasma. No me interesan las vulgares reproducciones de Klee que comprasteis a juego con la pintura de vuestro salón. No me llevaré, querido profesor, ninguno de esos libros que le hacen añorar una vida que nunca se ha atrevido a llevar, que nunca ha sido capaz de vivir. Lo que yo quiero no está en los libros. Está en el aire que respiráis, en el inconfundible olor de vuestros deseos y frustraciones. En el cuarto de baño que no se construirá. En la estrella del baloncesto que nunca llegará a jugar con los Grizzlies. En la novela, querido profesor, que ya jamás verá la luz. En todo lo que, de no ser por mí, nunca nadie podría saber. Ahora, todo se sabrá.

Y si, por algún motivo, se cierra algún día la puerta, nada podría importarme menos. Es tarde para volver atrás. Ya he estado en la casa. Tengo cuanto quería. He explorado la pobre cáscara sin fruto a la que llamáis vuestra vida. El triste decorado que habéis robado de alguna revista de decoración. Las insípidas conversaciones de sobremesa que adornan vuestra vida en familia. Vuestros delirios de tinta seca y látex roñoso. Vuestras camas frías. Vuestros huesos enfermos. Sé quiénes sois. Sé qué queréis ser. Sé lo que nunca seréis. Lo que antes era vuestro es ya mío y sólo mío. Podéis cerrar la puerta, sí, y huir a China si así os sentís más seguros, pero es inútil. Palabra a palabra os voy borrando, trazo a trazo os hago míos. Os desnudaré, os despojaré de todo, saquearé vuestras casas a mi antojo. Bailareis en mis manos mientras quiera daros cuerda. Y cuando llegue el final, desapareceréis sin dejar rastro.

¿No ve, querido profesor, todas esas ventanas abiertas? Qué hermosas son, ¿verdad? Ahí están, llamándome, esperándome, como un día lo esperaron a usted. ¿Lo recuerda aún? En todas ellas hay una historia, vidas que suplen a la vida, que no se marchitan ni pierden brillo, que no se tuercen contra nuestra voluntad, que merecen algo más que esa jaula que llamamos casa. Vidas que dicen mi nombre, que piden a gritos que las robe. Y eso haré. En cuanto haya encontrado un final para usted.

Al fin y al cabo, siempre hay una forma de entrar en una casa.

(continuará)
Normelvis Bates
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