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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
3
Terror. Acción. Aventuras Un experimento genético realizado en una cueva del fondo del mar causa mutaciones en las extrañas criaturas que allí habitan. En la misma zona la desaparición de un submarino experimental, obliga a los agentes del gobierno a enviar otro submarino en su busca. Su tripulación no sospecha los horrores a los que tendrá que enfrentarse. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2013
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menudo culazo el de Jack Scalia. Y qué brazos: gruesos, fibrosos y perfectamente depilados. Allí donde el pelo crece y se reproduce a su antojo, sin embargo, es sobre su hermoso y privilegiado cráneo de científico de primer orden mundial. Sedosa, brillante y encrespada, su esplendida melena corona un cuerpo macizorro en el que la cámara se recrea, con justicia, siempre que hay un segundo muerto, lo que equivale a decir, minuto arriba, minuto abajo, la mitad exacta del metraje.

Lo malo del caso es que no se puede tener todo. Cuando uno se pasa tantas horas en el gimnasio y en la pelu y durmiendo hasta las tantas, lo normal es que la calidad de tu trabajo se resienta. Y si tu curro consiste en diseñar submarinos atómicos de última generación, no resulta extraño que acaben siendo unos churrazos de aquí te espero. De entrada, los nombres que se te ocurren para bautizarlos resultan, por decirlo de algún modo, discutibles. Porque no sé yo si Sirena es un nombre muy apropiado para un sofisticado artefacto nuclear, capaz de borrar Alemania de la faz de la tierra, ay, Merkel incluida. A lo que a mí me suena es, no sé, a supercrucero de Barbie o a peluche de Tarta de Fresa. En todo caso, a algo rosa, suave y blandito.

Como era de esperar, el Sirena se desvanece en el océano, ¿y a quién deciden enviar en su búsqueda? Efectivamente, al Sirena 2. Cojonudo. Bravo por el guionista. Jack, que de rescates bajo el agua sabe un huevo, se enfunda la ropa más apropiada para el caso (tejanos prietos y ceñidísima camiseta de tirantes) y se arroja de cabeza hacia el interior de su amada criatura, que resulta ser –no podía ser de otro modo- un cacho de hojalata amarilla, cuya, ejem, estilizada silueta haría partirse de risa al mismísimo Narcís Monturiol.

Una vez en el vientre de su sirenita, salta a la vista que a lo que se enfrenta realmente Jack no es a una aventura claustrofóbica en el fondo del mar con bicho maligno incorporado, en la línea de “Alien”, “Abyss” o “Leviathan”, sino a una especie de precuela ochentera de “Supervivientes” o “Gran Hermano”, tal es la cantidad de golfos y majaderos que allí se amontonan, ex de Jack incluida. La buena noticia es que entre la tripulación no está Mercedes Milá, lo cual siempre ahorra algún que otro susto a la hora de usar la ducha. La mala es que está Pocholo. La buena noticia es que su rubia pelambrera es la primera en desaparecer. La mala es que hay que esperar una hora larga antes de que el resto de la tropa críe malvas, y nunca con la crueldad que todos piden a gritos desde el primer fotograma de la peli.

Claro que, en vista de que las terroríficas criaturas a las que se enfrentan son unos abejorros cabezones de plástico comprados en el chino de la esquina y unas algas trangénicas algo chungas, casi habría que considerar un milagro que vayan cayendo uno a uno y no vuelvan tan campantes a la superficie, bien asidos al pétreo culo de Jack Scalia, cuyas inacabables virtudes no nos cansaremos de glosar…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Normelvis Bates
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