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España España · Madrid
Voto de Morelli:
7
6,3
1.892
Documental. Bélico Crónica de las vidas de un pelotón de soldados estadounidenses que combaten en el valle más peligroso de Afganistán, llamado Korengal. El documental se centra en un remoto puesto formado por 15 hombres llamado Restrepo, un lugar conocido por su extrema peligrosidad donde se produce una quinta parte de los combates que ocurren en todo el país. Sebastian Junger, periodista, y Tim Hetherington, un reputado fotógrafo ganador de varios ... [+]
24 de abril de 2011
46 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me queda la duda de cuál es la intención de los americanos cuando se retratan a sí mismos. Si Restrepo pretende un dibujo de la guerra, no lo consigue. No hay invasores ni invadidos, no es la lógica de la película. No se traza el camino que conduce a una simple reflexión: aquellos que viven abajo, en las casas, son los moradores legítimos de un terreno que han habitado por siempre, y la triste trampa de la carretera ni interesa ni vale como excusa.

Restrepo persigue otra cosa. Filmada con un derroche de metraje y precisión, primeros planos a ras de matojo, casquillos en el zapato y balas silbando por encima de nuestras cabezas, nos pone la guerra al lado y los pelos de punta. Anticipada por los protagonistas desde la distancia (física, no emocional), la empatía con los imberbes jóvenes hormonados se hace inevitable al tiempo que estos disparan al aire contra un enemigo absoluto e invisible que jamás aparece frente a la cámara. Es el mal contra su pequeño mundo en la colina. Sin embargo, ese mismo sentimiento se desmorona como un saco vacío cuando aparecen las mujeres (por cierto, sin burka) y los niños quemados junto a los muertos civiles aplastados por un helicóptero dentro de su casa. Hay cinco de ellos, “casualmente” todos varones, pero creemos intuir que una de las niñas que el padre sostiene en brazos está inerme. Vemos al soldado iniciando la cura de gasas que suponemos milagrosas, quizá un antibiótico. Nadie los evacúa, no volveremos a saber de ellos. Esto es lo que pasa por colaborar con el talibán por cinco dólares, se nos escapa un tiro y os matamos un niño. Nosotros os construiremos una carretera. Fin del discurso.

El soldado Restrepo, nuestro héroe, es un joven vital y soberbio al que mandarías callar la boca si viajara borracho a tu lado en un tren. Dice esas cosas que dicen los americanos y aquí no entendemos y muere por su patria. Su recompensa: el recuerdo de los suyos en la atalaya. Al otro lado está la vaca, a la que, por fin, vemos degollar en los títulos de crédito bajo risas. Representa la distancia entre dos mundos condenados a no entenderse. ¿De quién es la vaca, la tierra, la razón? ¿Cuánto valen? Invadir un país y querer caer bien es como ir de putas y pretender que se enamoren de uno: se ríen de ti mientras te roban el dinero. Si Mr Marshall no viajase tan rápido por el mundo, le daría tiempo a oler la vida sin fritanga y entender estas cosas, aprendería, por ejemplo, lo que valen los huesos de una vaca famélica en tiempo de guerra. Eso en este país ya lo sabemos porque, como tantas otras cosas, nos lo contó el maestro Berlanga.
Morelli
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