Bajo el manto pacifista hippie siempre se escondió una negación de los instintos humanos que implicaba necesariamente caer en la hipocresía. Esta película comienza mostrando las contradicciones de una comuna con un humor incisivo de lo más estimulante, y termina por aclarar que, en el fondo, cualquier forma de vida implica incoherencias precisamente por la propia naturaleza humana.
La delicadeza de este Moodysson le permite enriquecer el guión admirablemente y acercarse sin desarmonía a la homosexualidad, al amor entre adolescentes marginales, a los problemas de varios tipos de pareja, y a muchas otras cosas.