En realidad ofrece una historia no muy lejana de la de cualquiera de esos clásicos del cine negro con mujeres fatales. Aunque algunos críticos la manipulen a su antojo para desprestigiar a la película, intoxicar a un enfermo del corazón con cocaína es tan querellable como cualquier otro envenenamiento. Lo de utilizar el cuerpo y la moralidad de la mujer como recurso es una artimaña más del fiscal, tan creíble como cualquiera de las que se han usado siempre en los procesos judiciales mediáticos. Por lo tanto, no acepto las críticas que he leído en este aspecto. Y no entiendo por qué un crítico tiene que manipular así las cosas cuando resulta que se le pueden sacar muchos otros fallos. Por ejemplo, podía haber empezado por decir que Madonna no tiene un especial talento para la actuación y no calza en su papel tan bien como podría haberlo hecho otra; o que hay trampas de guión tan evidentes como las de las apariciones de las nuevas pruebas, las del manejo de la sala por parte de la juez o las de la manida escena final (ver SPOILER); o que nada es especialmente entretenido –aunque eso siempre es algo subjetivo, parece ser que la mayoría está de acuerdo en este caso–.

Todo esto os lo está diciendo alguien que no es fan de Madonna. Me parece una mujer con una cara no muy agraciada, aunque del cuerpo que aquí luce no tengo ninguna queja.
Las escenas eróticas sí me dieron morbillo. No es que sean las mejores que he visto, pero desde que leí por ahí que una eminencia en la práctica sexual como era John-John Kennedy dijo que Madonna fue la mejor amante que había tenido...


Conclusión que extraigo yo: falla en cuatro cosas –que no son baladíes–, pero cambiando a la protagonista y al director y mejorando un poquito el guión, podríamos estar hablando de algo grande, o por lo menos muy decente, pues el resto del elenco es adecuado y la atmósfera también.