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Voto de burton:
10
7,7
20.390
Drama
Valentina, una joven estudiante que se gana la vida como modelo, salva la vida de un perro atropellado por un coche. La búsqueda de su dueño la conduce a un juez jubilado que tiene una extraña obsesión: escuchar las conversaciones telefónicas de sus vecinos. Si antes el espionaje telefónico formaba parte de su trabajo, ahora se ha convertido en un vicio. A Valentina le desagrada la conducta del hombre, pero no puede evitar ir a verlo. (FILMAFFINITY) [+]
27 de diciembre de 2006
139 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rojo conclusión, rojo compendio. Digamos que de las tres entregas de la trilogía, ésta es la que menos ligazón tendría con el valor revolucionario asociado al rojo de la tricolor francesa, en este caso la fraternidad entendida como solidaridad, tal vez porque Kiéslowski en esta última entrega quiso compendiar y acabar de matizar en una profunda narración elíptica los tres valores revolucionarios; libertad (azul), igualdad (blanco) y fraternidad-solidaridad (rojo).
Rojo...fraternidad entendida como solidaridad...una anciana decrépita y encorvada intentando meter sin conseguirlo una botella a un contenedor y levantando la compasión de una joven de alma generosa, imagen ésta exacta a la de la primera entrega con su azul libertad...Un perro atropellado también es digno de la solidaridad...¿igualdad?...
Pero, ¿y qué decir de la igualdad y de la libertad en esta tercera entrega rójamente conclusiva?. ¿Acaso no se nos habla de libertad cuando nos encontramos con ese juez voyeurista asaltando las vidas ajenas?, ¿Acaso no se nos habla de igualdad cuando la joven modelo predica y clama por/con la misma?.
No tan hipertécnica como la primera ni tan impulsiva como la segunda, pero sin duda esta tercera y definitiva entrega es la más completa de la trilogía por su carácter compendiador, no sólo a nivel temático, sino formal.
Rojo: dos vidas vacías y a la deriva se juntan un día por el azar de la vida, y del contacto surgen sinergias aleccionadoras.
Nuestro juez prejubilado, Joseph Kern, enseñó que su voluntaria reclusión en un mundo lleno de cinismo y sarcasmo resabido, acertaba en las frías predicciones pero erraba en las formas carentes de cualquier atisbo de sentimiento (solidario o de cualquier otro tipo)...su progresivo amor platónico por la joven estudiante y modelo Valentine Dussaut, al recordarle un antiguo amor traicionero de juventud, le sirve a su vez para explicarle que no es lo mismo un sentimiento expresado a través del cristal de una ventana o de un televisor o a través de los cables de un teléfono que el transmitido de manera abierta y solidaria, con total libertad e igualdad para todos...
De nuevo el color que da título a la entrega respectiva, en este caso el rojo, lo impregna todo.
El rojo de la lona del bar de abajo de la casa de Valentine "Chez Joseph"...el rojo del jeep de su vecino, el estudiante (y alter ego durante la etapa de juventud del juez retirado Joseph Kern)...el rojo del inmenso cartel publicitario en donde Valentine salía como reclamo de una marca de chicles con el slogan que Kiéslowski quiso utilizar para concluir la trilogía y que da título a mi crítica), ó en esos cables de comunicación telefónica que transmitían los sentimientos de forma tan fría...
OBRA MAESTRA.
Rojo...fraternidad entendida como solidaridad...una anciana decrépita y encorvada intentando meter sin conseguirlo una botella a un contenedor y levantando la compasión de una joven de alma generosa, imagen ésta exacta a la de la primera entrega con su azul libertad...Un perro atropellado también es digno de la solidaridad...¿igualdad?...
Pero, ¿y qué decir de la igualdad y de la libertad en esta tercera entrega rójamente conclusiva?. ¿Acaso no se nos habla de libertad cuando nos encontramos con ese juez voyeurista asaltando las vidas ajenas?, ¿Acaso no se nos habla de igualdad cuando la joven modelo predica y clama por/con la misma?.
No tan hipertécnica como la primera ni tan impulsiva como la segunda, pero sin duda esta tercera y definitiva entrega es la más completa de la trilogía por su carácter compendiador, no sólo a nivel temático, sino formal.
Rojo: dos vidas vacías y a la deriva se juntan un día por el azar de la vida, y del contacto surgen sinergias aleccionadoras.
Nuestro juez prejubilado, Joseph Kern, enseñó que su voluntaria reclusión en un mundo lleno de cinismo y sarcasmo resabido, acertaba en las frías predicciones pero erraba en las formas carentes de cualquier atisbo de sentimiento (solidario o de cualquier otro tipo)...su progresivo amor platónico por la joven estudiante y modelo Valentine Dussaut, al recordarle un antiguo amor traicionero de juventud, le sirve a su vez para explicarle que no es lo mismo un sentimiento expresado a través del cristal de una ventana o de un televisor o a través de los cables de un teléfono que el transmitido de manera abierta y solidaria, con total libertad e igualdad para todos...
De nuevo el color que da título a la entrega respectiva, en este caso el rojo, lo impregna todo.
El rojo de la lona del bar de abajo de la casa de Valentine "Chez Joseph"...el rojo del jeep de su vecino, el estudiante (y alter ego durante la etapa de juventud del juez retirado Joseph Kern)...el rojo del inmenso cartel publicitario en donde Valentine salía como reclamo de una marca de chicles con el slogan que Kiéslowski quiso utilizar para concluir la trilogía y que da título a mi crítica), ó en esos cables de comunicación telefónica que transmitían los sentimientos de forma tan fría...
OBRA MAESTRA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Estamos en Ginebra...El joven opositor a juez Auguste Bruner (Jean-Pierre Lorit) realiza una llamada infructuosa a su amante dos años mayor que él, Karin (Frédérique Feder) dedicada a un negocio autónomo de mujer del tiempo por teléfono...muy cerca de donde vive Auguste, la joven estudiante universitaria y modelo a tiempo parcial, Valentine Dussaut (Irène Jacob), charla también por teléfono con su egoísta y posesivo novio Michel, quien está estudiando en Inglaterra mientras aprovecha para viajar por el resto de Europa...
Ni Auguste ni Valentine se conocen aunque sean vecinos.
Un día Valentine después de una dura sesión fotográfica para un anuncio publicitario de chicles y después también de un desfile de modelos regresa a casa. En el camino atropella con su coche a una perra pastor llamada Rita. Por el collar deduce la dirección del dueño, un viejo juez prejubilado llamado Joseph Kern de carácter huraño y tosco que vive solo en una comuna de vecinos a las afueras de Ginebra...
A Valentine le extraña el solitario y huraño carácter del juez y más aún cuando se entera de que el juez gusta de escuchar las conversaciones telefónicas de sus vecinos con un sofisticado aparato de radio...así descubrirá un vecino homosexual que engaña a su mujer y a su hija, un peligroso traficante de heroína que probablemente halla surtido de mercancía a gente como Marc, el hermano de 15 años de Valentine quien además se acaba de enterar de que es adoptado... e incluso que su vecina Karin (la novia-amante del joven opositor) en realidad usa a Aguste como pasatiempo...
Poco a poco ambos se van conociendo mejor y entre ambos surge una especie de amor platónico...El propio ex-juez se denuncia a la policía para consuelo de una disgustada Valentine...Sus vecinos le llevan a juicio y ello provocará que Karin conozca a otro jurisconsulto por el que abandonará a Auguste...
Una historia ésta similar a la del juez cuando era aún un joven estudiante...
Finalmente cuando Valentine decide ir a visitar a su novio a Inglaterra en el ferry del canal de la mancha y Auguste acude al mismo ferry a seguir despechado a su amante traicionera y a la conquista de ésta, el juez Joseph se entera por la televisión de una catástrofe en la que el ferry se ha visto implicado...afortunadamente se han salvado todos...incluso los protagonistas de las dos entregas anteriores que también iban a bordo...
Ni Auguste ni Valentine se conocen aunque sean vecinos.
Un día Valentine después de una dura sesión fotográfica para un anuncio publicitario de chicles y después también de un desfile de modelos regresa a casa. En el camino atropella con su coche a una perra pastor llamada Rita. Por el collar deduce la dirección del dueño, un viejo juez prejubilado llamado Joseph Kern de carácter huraño y tosco que vive solo en una comuna de vecinos a las afueras de Ginebra...
A Valentine le extraña el solitario y huraño carácter del juez y más aún cuando se entera de que el juez gusta de escuchar las conversaciones telefónicas de sus vecinos con un sofisticado aparato de radio...así descubrirá un vecino homosexual que engaña a su mujer y a su hija, un peligroso traficante de heroína que probablemente halla surtido de mercancía a gente como Marc, el hermano de 15 años de Valentine quien además se acaba de enterar de que es adoptado... e incluso que su vecina Karin (la novia-amante del joven opositor) en realidad usa a Aguste como pasatiempo...
Poco a poco ambos se van conociendo mejor y entre ambos surge una especie de amor platónico...El propio ex-juez se denuncia a la policía para consuelo de una disgustada Valentine...Sus vecinos le llevan a juicio y ello provocará que Karin conozca a otro jurisconsulto por el que abandonará a Auguste...
Una historia ésta similar a la del juez cuando era aún un joven estudiante...
Finalmente cuando Valentine decide ir a visitar a su novio a Inglaterra en el ferry del canal de la mancha y Auguste acude al mismo ferry a seguir despechado a su amante traicionera y a la conquista de ésta, el juez Joseph se entera por la televisión de una catástrofe en la que el ferry se ha visto implicado...afortunadamente se han salvado todos...incluso los protagonistas de las dos entregas anteriores que también iban a bordo...