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España España · Santander
Voto de burton:
10
Drama Valentina, una joven estudiante que se gana la vida como modelo, salva la vida de un perro atropellado por un coche. La búsqueda de su dueño la conduce a un juez jubilado que tiene una extraña obsesión: escuchar las conversaciones telefónicas de sus vecinos. Si antes el espionaje telefónico formaba parte de su trabajo, ahora se ha convertido en un vicio. A Valentina le desagrada la conducta del hombre, pero no puede evitar ir a verlo. (FILMAFFINITY) [+]
27 de diciembre de 2006
139 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rojo conclusión, rojo compendio. Digamos que de las tres entregas de la trilogía, ésta es la que menos ligazón tendría con el valor revolucionario asociado al rojo de la tricolor francesa, en este caso la fraternidad entendida como solidaridad, tal vez porque Kiéslowski en esta última entrega quiso compendiar y acabar de matizar en una profunda narración elíptica los tres valores revolucionarios; libertad (azul), igualdad (blanco) y fraternidad-solidaridad (rojo).

Rojo...fraternidad entendida como solidaridad...una anciana decrépita y encorvada intentando meter sin conseguirlo una botella a un contenedor y levantando la compasión de una joven de alma generosa, imagen ésta exacta a la de la primera entrega con su azul libertad...Un perro atropellado también es digno de la solidaridad...¿igualdad?...

Pero, ¿y qué decir de la igualdad y de la libertad en esta tercera entrega rójamente conclusiva?. ¿Acaso no se nos habla de libertad cuando nos encontramos con ese juez voyeurista asaltando las vidas ajenas?, ¿Acaso no se nos habla de igualdad cuando la joven modelo predica y clama por/con la misma?.

No tan hipertécnica como la primera ni tan impulsiva como la segunda, pero sin duda esta tercera y definitiva entrega es la más completa de la trilogía por su carácter compendiador, no sólo a nivel temático, sino formal.

Rojo: dos vidas vacías y a la deriva se juntan un día por el azar de la vida, y del contacto surgen sinergias aleccionadoras.

Nuestro juez prejubilado, Joseph Kern, enseñó que su voluntaria reclusión en un mundo lleno de cinismo y sarcasmo resabido, acertaba en las frías predicciones pero erraba en las formas carentes de cualquier atisbo de sentimiento (solidario o de cualquier otro tipo)...su progresivo amor platónico por la joven estudiante y modelo Valentine Dussaut, al recordarle un antiguo amor traicionero de juventud, le sirve a su vez para explicarle que no es lo mismo un sentimiento expresado a través del cristal de una ventana o de un televisor o a través de los cables de un teléfono que el transmitido de manera abierta y solidaria, con total libertad e igualdad para todos...

De nuevo el color que da título a la entrega respectiva, en este caso el rojo, lo impregna todo.

El rojo de la lona del bar de abajo de la casa de Valentine "Chez Joseph"...el rojo del jeep de su vecino, el estudiante (y alter ego durante la etapa de juventud del juez retirado Joseph Kern)...el rojo del inmenso cartel publicitario en donde Valentine salía como reclamo de una marca de chicles con el slogan que Kiéslowski quiso utilizar para concluir la trilogía y que da título a mi crítica), ó en esos cables de comunicación telefónica que transmitían los sentimientos de forma tan fría...

OBRA MAESTRA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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