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Voto de burton:
10
7,6
12.589
Drama
Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista. En 2006 contó con una secuela, "Belle Toujours", dirigida por Manoel de Oliveira. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2007
63 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con este famoso y barbárico adagio latino, medio motivaba el millonario y ocioso personaje de Henri Husson (Michel Piccoli) a la frígida y casi virginal incontenida dama de la alta burguesía parisina, la respetable señora Séverine Serizy (Catherine Deneuve), a darse una vuelta por el barrio de la ópera, a un reputado burdel de cierta sofistificación y crédito regentado por madame Anais, y donde con el paso del tiempo daría escape a sus represiones infantiles con el apelativo de Belle de Jour ("bella de día", en castellano traducido como "Flor de día") como nombre de guerra, viéndose arrastrada inconscientemente a un marasmo de desenfreno sexual revestido de una sutil capa de erotismo sesentero, cuando las normas morales aún no habían levantado el pie del acelerador, antes de traspasar la fina línea de lo erótico-sugestivo a lo erótico-explícito como antesala de lo porno y sus diversas variantes.
Ta vez la bella Séverine se sintiera atraída por los extraños caprichos de sus clientes, cercanos en la mayoría de los casos a fantasías sexuales sadomasoquistas referentes al placer de la humillación clandestina del orgullo personal, y al placer de hacer sufrir al ser humano amado y de débil predisposición (al marido pusilánime o calzonazos, vamos).
El genio de Calanda toma prestada la novela epónima en su titulación original en galo "Belle de jour" de 1928, del novelista argentino de origen askenazi Joseph Kessel.
La película es todo un alarde visual y sonoro sobre las vivencias existenciales de esta complicada mujer con recurrentes sueños sadomasoquistas, motivados, intuímos, por una difícil experiencia sexual a edad temprana, cuando fue forzada en repetidas ocasiones por hombres mayores que ella.
La esplédida fotografía corre a cargo de Sacha Vierny, y la magnífica y virtuosa dirección de la cámara fue por cuenta del turolense, el mejor cineasta de nuestro cine patrio de calle. Los personajes no están muy perfilados psicológicamente pero aún así constituye un justo equilibrio mediático de conjunto.
Buñuel nos introduce en un mundo de perversiones subjetivas que acucian la psique de una remilgada protagonista que de pronto decide dar rienda suelta a sus sueños masoquistas.
Ese sueño inicial, cuando viaja en calesa con su marido y dos conductores... y de repente, el marido manda parar el carruaje para que la vituperen públicamente, azoten y violen los dos conductores, es una pista de lo que el maestro nos tenía preparados.
Poderosa, enigmática, sugerente, sugestiva, imperturbable, virtuosa.
I M P R E S C I N D I B L E.
Ta vez la bella Séverine se sintiera atraída por los extraños caprichos de sus clientes, cercanos en la mayoría de los casos a fantasías sexuales sadomasoquistas referentes al placer de la humillación clandestina del orgullo personal, y al placer de hacer sufrir al ser humano amado y de débil predisposición (al marido pusilánime o calzonazos, vamos).
El genio de Calanda toma prestada la novela epónima en su titulación original en galo "Belle de jour" de 1928, del novelista argentino de origen askenazi Joseph Kessel.
La película es todo un alarde visual y sonoro sobre las vivencias existenciales de esta complicada mujer con recurrentes sueños sadomasoquistas, motivados, intuímos, por una difícil experiencia sexual a edad temprana, cuando fue forzada en repetidas ocasiones por hombres mayores que ella.
La esplédida fotografía corre a cargo de Sacha Vierny, y la magnífica y virtuosa dirección de la cámara fue por cuenta del turolense, el mejor cineasta de nuestro cine patrio de calle. Los personajes no están muy perfilados psicológicamente pero aún así constituye un justo equilibrio mediático de conjunto.
Buñuel nos introduce en un mundo de perversiones subjetivas que acucian la psique de una remilgada protagonista que de pronto decide dar rienda suelta a sus sueños masoquistas.
Ese sueño inicial, cuando viaja en calesa con su marido y dos conductores... y de repente, el marido manda parar el carruaje para que la vituperen públicamente, azoten y violen los dos conductores, es una pista de lo que el maestro nos tenía preparados.
Poderosa, enigmática, sugerente, sugestiva, imperturbable, virtuosa.
I M P R E S C I N D I B L E.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Un sueño iniciático despierta la película. Un carruaje conducido por dos chóferes y en donde viajan una pareja, el doctor parisino Pierre Serizy (Jean Sorel) y su frígida y casi virginal mujer Séverine (Catherine Deneuve), discurre por un sendero bastante onírico rodeado por hileras de árboles a sendos lados.
De repente, Pierre manda parar el carruaje y obliga a los dos conductores que azoten, vejen y violen a su mujer que suplica clemencia.
El sueño se acaba, y comienza de verdad el entramado.
Séverine es una mujer de la alta burguesía que mantiene una relación de celibato con su marido Pierre, aunque éste se tome las cosas con suma paciencia.
Un día, estando de vacaciones con su amiga Renee (Macha Méril) y la pareja circustancial de ésta, el millonario, ocioso y abiertamente repulsivo para Séverine, Henri Husson (Michel Piccoli), ésta se entera de que una conocida de ambas amigas frecuenta como profesional del sexo un burdel con el que obtiene un suculento sobresueldo.
Los virginales ojos de Séverine comienzan a abrirse de par en par.
Otro día, en una conversación con el propio Husson, éste le comenta cómo funcionan ese tipo de sofistificadas casa de citas ("...Vas un día media hora...y el resto del día te sientes mal...") del que él antaño fuera asiduo cliente, y le da el nombre de una de ellas.
Tras varios momentos de indecisión, Séverine, finalmente se arma de valor y entra en uno de esos burdeles regentados por la madame Anais.
Allí, poco a poco entablará relación con sus compañeras de oficio, y solicitará como única condición a la madame, que sólo está dispuesta a trabajar de día (de las dos a las cinco de la tarde). Anais le propone el nombre de "Belle de jour".
Sus clientes demuestran una amplia gama de sueños clandestinos inconfesables, que Buñuel nos deja a la libre imaginación.
Así, un fabricante de caramelos, un prestigioso ginecólogo con extraños hábitos sadomasoquistas, un oriental con violentas fantasía eróticas, un duque con fantasía sexuales fúnebres...y finalmente Marcel (Perre Clementí), un joven desdentado perteneciente al mundo del hampa (tal vez Kubrick se fijara en él para su Alex de Large) a las órdenes de un ladrón de poca monta como Hipólito "El murciano" (Paco Rabal e un paupérrimo papel).
Poco a poco el violento muchacho se encapricha peligrosamente de ella bajo su aparente condescendencia y las cosas se salen de madre.
Además un viejo cliente del burdel, el sr Husson descubre a Séverine.
Un día, Marcel acude a casa de Séverine y chantajea a Séverine que ya se había ido del burdel.
Cuando parece que Marcel medio acepta resignado la situación, dispara a bocajarro a su marido en el portal, y huye despavorido.Por el camino un policía le hiere de muerte.
Pierre ha quedado paralítico en silla de ruedas, y el sr Husson acude a visitarle para contarle la historia de su mujer y que así no se sienta tan culpable.
De repente, Pierre manda parar el carruaje y obliga a los dos conductores que azoten, vejen y violen a su mujer que suplica clemencia.
El sueño se acaba, y comienza de verdad el entramado.
Séverine es una mujer de la alta burguesía que mantiene una relación de celibato con su marido Pierre, aunque éste se tome las cosas con suma paciencia.
Un día, estando de vacaciones con su amiga Renee (Macha Méril) y la pareja circustancial de ésta, el millonario, ocioso y abiertamente repulsivo para Séverine, Henri Husson (Michel Piccoli), ésta se entera de que una conocida de ambas amigas frecuenta como profesional del sexo un burdel con el que obtiene un suculento sobresueldo.
Los virginales ojos de Séverine comienzan a abrirse de par en par.
Otro día, en una conversación con el propio Husson, éste le comenta cómo funcionan ese tipo de sofistificadas casa de citas ("...Vas un día media hora...y el resto del día te sientes mal...") del que él antaño fuera asiduo cliente, y le da el nombre de una de ellas.
Tras varios momentos de indecisión, Séverine, finalmente se arma de valor y entra en uno de esos burdeles regentados por la madame Anais.
Allí, poco a poco entablará relación con sus compañeras de oficio, y solicitará como única condición a la madame, que sólo está dispuesta a trabajar de día (de las dos a las cinco de la tarde). Anais le propone el nombre de "Belle de jour".
Sus clientes demuestran una amplia gama de sueños clandestinos inconfesables, que Buñuel nos deja a la libre imaginación.
Así, un fabricante de caramelos, un prestigioso ginecólogo con extraños hábitos sadomasoquistas, un oriental con violentas fantasía eróticas, un duque con fantasía sexuales fúnebres...y finalmente Marcel (Perre Clementí), un joven desdentado perteneciente al mundo del hampa (tal vez Kubrick se fijara en él para su Alex de Large) a las órdenes de un ladrón de poca monta como Hipólito "El murciano" (Paco Rabal e un paupérrimo papel).
Poco a poco el violento muchacho se encapricha peligrosamente de ella bajo su aparente condescendencia y las cosas se salen de madre.
Además un viejo cliente del burdel, el sr Husson descubre a Séverine.
Un día, Marcel acude a casa de Séverine y chantajea a Séverine que ya se había ido del burdel.
Cuando parece que Marcel medio acepta resignado la situación, dispara a bocajarro a su marido en el portal, y huye despavorido.Por el camino un policía le hiere de muerte.
Pierre ha quedado paralítico en silla de ruedas, y el sr Husson acude a visitarle para contarle la historia de su mujer y que así no se sienta tan culpable.