Media votos
8,9
Votos
453
Críticas
311
Listas
1
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de burton:
9
7,3
41.676
Drama
Basada en una historia real. Después de haberse retirado del boxeo, James J. Braddock decidió volver al cuadrilátero, en la época de la Gran Depresión, para poder alimentar a su familia. No era un boxeador con talento, pero su coraje, sacrificio y dignidad lo llevaron hasta la cumbre. (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2007
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así titulaba en una de sus crónicas el escritor y periodista norteamericano, Damon Runyon, famoso por sus relatos cortos sobre el Broadway en la era de la Prohibición, la vida de este famoso boxeador de los pesos pesados, James J. Braddock de ascendencia católico-irlandesa, y a quien sus paisanos se referían como el "bull-dog de North Bergen", y orgullo de Nueva Jersey.
Un personaje que el cineasta norteamericano ganador de dos entorchados de la academia de Holywood por su célebre y aplaudida "Una mente maravillosa", Ron Howard, describió de manera somera en esta especie de biopic, con claras remembranzas de aquel mítico Terry Malloy que Elia Kazan describiera de forma magistral en su obra maestra "La ley del silencio", de la mano del legendario Marlon Brando, por aquello de sus trabajos como estibador en los muelles de Nueva York, durante la difícil etapa de la Gran Depresión, cuando la miseria y las continuas lesiones en su mano, hicieron que esta especie de hérore suburbano, con el que el común del vulgo se identificaba por su vehemente representación de los valores del esfuerzo en tiempos de necesidad, se abriera hueco en la vida a trompicones.
La vida, un camino difícil por el que ineludiblemente hay que pasar para bien y para mal.
Howard además nos retrotrae a veces a aquella otra historia maravillosa del neorralismo italiano que Vittorio de Sica calificó como "Ladrón de bicicletas", por su abnegada lucha por sacar adelante su unidad familiar en un entorno duramente adverso como fueron aquellos años que siguieron a la Gran Depresión, con una sólida estructura técnica apoyada en una espléndida fotografía y puesta en escena a cargo del reputado camarógrafo neoyorkino de ascendencia italiana, Salvatore Totino, y que también colaborara con Howard en su posterior obra, desafortunada adaptación del best-seller facilón "El código Da Vinci" de Dan Brown, y una más que aceptable banda sonora a cargo de Thomas Newman.
Aquel rudo boxeador, todo corazón y potencia que llegó a desafiar sin apenas inmutarse al temible boxeador a la par que actor coetáneo Max Baer, boxeador de una pegada temible, quien previamente derrotara al reputado púgil italiano Primo Carnera, y a quien los promotores de turno publicitaban con el dudosos honor de haber dado muerte a dos boxeadores sobre el ring.
Una y otra vez, Jim Braddock se endeudaba y se resarcía para sacar adelante como bien pudiera (bien en los muelles, bien sobre el ring) a su mujer y cuatro hijos.
Aunque sólo sea por la magistral lección de interpretación de Crowe esta película, y la fenomenal referencia de Howard al esperanzador discurso del "mesiánico" presidente Roosevelt sobre la "buena vecindad", tras el estrepitoso gobierno de Hoover, la película se hace,
N E C E S A R I A.
Un personaje que el cineasta norteamericano ganador de dos entorchados de la academia de Holywood por su célebre y aplaudida "Una mente maravillosa", Ron Howard, describió de manera somera en esta especie de biopic, con claras remembranzas de aquel mítico Terry Malloy que Elia Kazan describiera de forma magistral en su obra maestra "La ley del silencio", de la mano del legendario Marlon Brando, por aquello de sus trabajos como estibador en los muelles de Nueva York, durante la difícil etapa de la Gran Depresión, cuando la miseria y las continuas lesiones en su mano, hicieron que esta especie de hérore suburbano, con el que el común del vulgo se identificaba por su vehemente representación de los valores del esfuerzo en tiempos de necesidad, se abriera hueco en la vida a trompicones.
La vida, un camino difícil por el que ineludiblemente hay que pasar para bien y para mal.
Howard además nos retrotrae a veces a aquella otra historia maravillosa del neorralismo italiano que Vittorio de Sica calificó como "Ladrón de bicicletas", por su abnegada lucha por sacar adelante su unidad familiar en un entorno duramente adverso como fueron aquellos años que siguieron a la Gran Depresión, con una sólida estructura técnica apoyada en una espléndida fotografía y puesta en escena a cargo del reputado camarógrafo neoyorkino de ascendencia italiana, Salvatore Totino, y que también colaborara con Howard en su posterior obra, desafortunada adaptación del best-seller facilón "El código Da Vinci" de Dan Brown, y una más que aceptable banda sonora a cargo de Thomas Newman.
Aquel rudo boxeador, todo corazón y potencia que llegó a desafiar sin apenas inmutarse al temible boxeador a la par que actor coetáneo Max Baer, boxeador de una pegada temible, quien previamente derrotara al reputado púgil italiano Primo Carnera, y a quien los promotores de turno publicitaban con el dudosos honor de haber dado muerte a dos boxeadores sobre el ring.
Una y otra vez, Jim Braddock se endeudaba y se resarcía para sacar adelante como bien pudiera (bien en los muelles, bien sobre el ring) a su mujer y cuatro hijos.
Aunque sólo sea por la magistral lección de interpretación de Crowe esta película, y la fenomenal referencia de Howard al esperanzador discurso del "mesiánico" presidente Roosevelt sobre la "buena vecindad", tras el estrepitoso gobierno de Hoover, la película se hace,
N E C E S A R I A.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
James J. Braddock (poderoso y conmovedor Russell Crowe) es un boxeador de cierto prestigio en la categoría de los pesados.
Estamos en vísperas del fatídico año de 1929 y todo parece irle bien a la hora de sacar su familia numerosa adelante.
Así, Jim está casado con la sufrida esposa y ama de casa Mae Braddock (Renée Zwellweger), y es padre de tres hijos; la niña Rosemarie, y los niños Jay y Howard.
Su manager, Joe Gould (Paul Giamatti) también parece controlar la situación en cada momento. El futuro de Jim parece prometedor, pero el año de inflexión a la gran catástrofe con el crack bursátil como punto álgido tiene lugar.
A partir de entonces la sociedad norteamericana entra en barrena, y Jim que trabaja esporádica y circunstancialmente como estibador en lo muelles junto a su fiel y desesperado amigo Mike Wilson (Paddy Considine), a fuerza de cargar mercancía con el garfio a cuestas se lesiona la mano, lesión agravada por los combates, que desde entonces tiene un poco olvidados con varias derrotas en su historial.
Jim, se ve obligado a recurrir a los deshonrosos préstamos, incluso en un momento dado, y ante el eminente peligro de abandono de sus hijos a sociedades de beneficiencia, se ve así mismo impelido a "bajarse los pantalones" y tragarse su enorme orgullo, acudiendo al salón de los promotores pugilísticos, en busca de ayuda.
Gould, a quien su mujer Mae cree poco agradecido, vive sin embargo en un falso mundo de apariencias, pues incluso su aventajada posición social también se ha visto mermada por la difícil situación.
De hecho es Gould, quien apostando sus últimas cartas, consigue una increíble oportunidad para su protegido Braddock al concertarle una velada con un aspirante al título mundial de los pesados, Art Lasky, futuro contrincante por el máximo entorchado de los pesados junto al terrorífico Max Baer (Craig Bierko) que acababa de derribar un mito al vencer por K.O en 12 asaltos y tumbarle en cada uno de ellos, al italiano Primo Carnera.
Braddock llega incluso a coronarse contra todo pronóstico campeón de los pesados, al derrotar a Baer a los puntos. Situación que aprovechará Braddock para asentar el futuro de su familia e ir saldando cuentas, hasta la fecha de su muerte en Nueva Jersey.
Estamos en vísperas del fatídico año de 1929 y todo parece irle bien a la hora de sacar su familia numerosa adelante.
Así, Jim está casado con la sufrida esposa y ama de casa Mae Braddock (Renée Zwellweger), y es padre de tres hijos; la niña Rosemarie, y los niños Jay y Howard.
Su manager, Joe Gould (Paul Giamatti) también parece controlar la situación en cada momento. El futuro de Jim parece prometedor, pero el año de inflexión a la gran catástrofe con el crack bursátil como punto álgido tiene lugar.
A partir de entonces la sociedad norteamericana entra en barrena, y Jim que trabaja esporádica y circunstancialmente como estibador en lo muelles junto a su fiel y desesperado amigo Mike Wilson (Paddy Considine), a fuerza de cargar mercancía con el garfio a cuestas se lesiona la mano, lesión agravada por los combates, que desde entonces tiene un poco olvidados con varias derrotas en su historial.
Jim, se ve obligado a recurrir a los deshonrosos préstamos, incluso en un momento dado, y ante el eminente peligro de abandono de sus hijos a sociedades de beneficiencia, se ve así mismo impelido a "bajarse los pantalones" y tragarse su enorme orgullo, acudiendo al salón de los promotores pugilísticos, en busca de ayuda.
Gould, a quien su mujer Mae cree poco agradecido, vive sin embargo en un falso mundo de apariencias, pues incluso su aventajada posición social también se ha visto mermada por la difícil situación.
De hecho es Gould, quien apostando sus últimas cartas, consigue una increíble oportunidad para su protegido Braddock al concertarle una velada con un aspirante al título mundial de los pesados, Art Lasky, futuro contrincante por el máximo entorchado de los pesados junto al terrorífico Max Baer (Craig Bierko) que acababa de derribar un mito al vencer por K.O en 12 asaltos y tumbarle en cada uno de ellos, al italiano Primo Carnera.
Braddock llega incluso a coronarse contra todo pronóstico campeón de los pesados, al derrotar a Baer a los puntos. Situación que aprovechará Braddock para asentar el futuro de su familia e ir saldando cuentas, hasta la fecha de su muerte en Nueva Jersey.