Se ve que a Kevin James Dobson el hecho de que centenares de mujeres hayan sido asesinadas en una ciudad mexicana no le interesa demasiado porque a las primeras de cambio se saca de la manga una extraña ramificación religiosa-sectaria, que lo único que causa es perplejidad. Cierto, los crímenes de Ciudad Juárez están ahí pero más bien como marco más que otra cosa. De hecho esta misma trama podría haberse ubicado igualmente en cualquier otro punto. Se agradece por la denuncia pero salvo por la belleza de la mexicana Ana Claudia Talancón, "La virgen de Juárez" no tiene prácticamente nada. Por ejemplo, la escasa intriga, saber quién es el malo maloso, se ve venir en cuanto aparece en pantalla.

Dicho esto, ya intuía que la película no podía ofrecer nada del otro mundo pues en realidad no hay nada especial en esta urbe. Es decir, los numerosos asesinatos producidos desde 1993 en Ciudad Juárez, las cifras oscilan entre los 340 y 700, no se deben a ninguna razón rara, tipo secta diabólica o psicópatas yanquis que cruzan la frontera para cometer sus tropelías, sino más bien al hecho de que mafias dedicadas al tráfico de lo que sea, con lazos con empresarios o políticos corruptos, tienen en esa zona su cuartel de operaciones, dada la cercanía con los Estados Unidos. De hecho, la violencia está más repartida por el país y el estado de México está actualmente a la cabeza en el número de feminicidios.