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Voto de Reaccionario:
5
Serie de TV. Drama Serie de TV (2011-2019). 2 temporadas. 30 episodios. Primavera de 1931. Secuela de "La señora". La proclamación en Madrid de la II República sirve de telón de fondo de historias de amores imposibles y muy condicionados por las circunstancias de la época. Abarca desde el bienio de izquierdas (1931-1933) hasta el triunfo de la CEDA en las elecciones de 1933. Entre los personajes destacan la republicana Encarna Alcántara (Lucía Jiménez), ... [+]
14 de abril de 2019
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spin Off de la popular serie "La señora" (2008-2010), que como indica su título se enmarca temporalmente durante la Segunda República, entre 1931 y 1936. Lo del año es importante porque finaliza justo cuando se produce el golpe militar, dejándolo todo en el aire. En cualquier caso, hemos tenido que esperar siete años, del 2011 al 2018, para ver la segunda y última temporada de "14 de abril, la República", al parecer porque no gustaba al Partido Popular en el gobierno. Y la duda viene si esta oposición ha llevado a modificar el planteamiento de la serie, porque existen algunas diferencias importantes entre la temporada inicial y la final. Claramente la ficción va de más a menos. A grandes rasgos, en la primera entrega iban mucho más despacio, toda ella transcurre en el mismo 1931, se mostraba más neutral ideológicamente y los personajes resultaban creíbles. De hecho algunos eran casi fascinantes, pienso en Hugo de Viana (Raúl Peña) o Amparo Romero (Marta Belaustegui). Sin embargo en la reanudación, el cuadro se va descomponiendo.

Además de la deriva política, de la que hablaré luego, desde el punto de vista cinematográfico, su peor defecto es que va con unas prisas enormes, cinco años en 17 capítulos, a lo que hay que añadir el olvido de varios personajes importantes, de los que no se vuelve a saber o desaparecen. A ver, la serie no está mal, entre otras cosas porque refleja un período histórico apasionante, hay una acertada mezcla de romance y drama histórico con constantes enredos, y la ambientación no es mala aunque la pobreza de medios es notoria. Pero había posibilidades de hacer algo realmente grandioso y no han tenido ni valor, ni paciencia, ni dinero, ni conocimientos para hacerla. O la corrección política lo ha impedido. La serie tenía que concebirse como una especie de prolegómeno para la Guerra Civil, explicarnos la deriva de sus personajes sin caer en el maniqueísmo al que finalmente sucumbe, hasta acabar en el enfrentamiento bélico y contarnos éste hasta el final en 1939. Esto es importantísimo, no se puede finalizar de golpe y porrazo el 18, 19 o 20 de julio de 1936.

Dicho esto, vamos al contenido doctrinal de este producto de Televisión Española. De entrada, no se muestra demasiado riguroso históricamente. Es decir, no es un desastre pero en cada capítulo te encuentras con cuatro o cinco errores o inexactitudes propias de la propaganda política. He leído que, al menos en la primera temporada, Ángel Bahamonde fue asesor histórico de la obra pero se ve que han pasado de él o éste de aquella. De hecho no sale ni en los créditos ni nada lo que revela la superficialidad de la colaboración. Qué envidia me dan los franceses cuando en "Una aldea francesa" (2009-) fichan a Jean-Pierre Azéma, uno de los máximos expertos en la Francia de Vichy y la Segunda Guerra Mundial, como asesor histórico y lo ponen en los créditos, para dar prestigio a su producto. Claro, que esto obliga a ser rigurosos del tal modo que en las cuatro temporadas que he visto aún no he detectado ni un solo fallo, y a no hacer propaganda política, que es lo que les interesa en el fondo a los progres en España. Allí es que sí se respeta la historia.

Pero vuelvo a la televisión. Los fallos existen pero la gran mayoría no son inocentes sino que se dan porque la serie quiere convencernos de uno de los grandes mitos que lleva varios años circulando por ahí: la existencia de una tercera España formada por republicanos muy buenos y muy demócratas ellos, víctimas del extremismo de izquierdas y de derechas. Esta operación se concreta aquí poniendo a todos los derechistas y a algunos izquierdistas malos, y todos los protagonistas enteramente positivos como republicanos ideales. Pero aún hay otra jugada. Como denunciamos los excesos de un bando y del otro, pero resulta que el revolucionario era bastante peor, lo que hacemos es camuflar sus crímenes e inventarnos los de las derechas. Uno de sus argumentos, por ejemplo, es que la violencia de la izquierda era una legítima defensa ante las agresiones de la derecha cuando históricamente fue al revés. De hecho el socialismo o el anarquismo llevaban décadas matando, mucho antes de que el fascismo pudiera ser ni imaginado.
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