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Voto de Sandro Fiorito:
10
Drama Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2009
42 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última obra del magistral director italiano Sergio Leone, además de la mejor. El inimitable realizador supo superarse a sí mismo, película tras película, comenzando discretamente con El coloso de rodas, pasando después a la gran reliquia del western conocida como la trilogía del dólar, seguida de la bellísima Hasta que llegó su hora. Se despidió del western con la desconocida para muchos ¡Agáchate, maldito!, la cinta antecesora de la que sería la obra maestra de Leone: Érase una vez en América.

Gigantesca dirección, descomunal fotografía, impresionante banda sonora (de las mejores de la historia del séptimo arte, compuesta por un tal Ennio Morricone). Y que historia. Sorprende como una película de tan larga duración (225 min.) no aburra en ningún momento, deleitándonos con la magnífica calidad que muestran todos y cada uno de sus fotogramas.

El argumento gira en torno a la vida de David Aaronson “Noodles”, un joven de origen judío que encabeza una pandilla formada por su nuevo amigo Max, además de sus otros tres colegas de siempre: Patsy, Cockeye y Dominic. Juntos y a pesar de su edad, se comportarán como auténticos gángsters de la época (principios del siglo XX) cometiendo todo tipo de fechorías en los suburbios de Manhattan, consiguiendo aumentar el poder de la banda hasta llegar a convertirse en unos verdaderos artistas del mundo de la delincuencia, mientras van pasando los años y aquellos que eran niños ya se han hecho hombres, en plena época de la Ley Seca.

Un film repleto de ternura, tristeza y hermosura, que parece varias películas en una sola, pues el amor es tan protagonista como el mensaje sobre la amistad que transmite, así como los negocios y el crimen organizado van por encima de todos los valores anteriores.

Todos los papeles están interpretados a la perfección: nadie sobra. Parecen haber nacido para protagonizar Érase una vez en América. Quien quisiera que fuese el director de casting acertó plenamente en la elección de tan exquisito plantel. Tan sobrecogedoras y bonitas son las actuaciones de la parte de la película en la que nuestros amigos judíos son unos niños, como las que después pasarán a interpretar los Robert De Niro, James Woods y compañía.

Obra maestra del cine, absolutamente imprescindible, que gusta hasta enamorar, emociona a la vez que enfría y embelesa hasta hacernos abrir la boca, cautivando nuestros sentidos.
Sandro Fiorito
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