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España España · málaga
Voto de nachete:
7
Thriller. Drama. Terror. Romance Influenciado por los films enraizados en el manifiesto dogma, la película narra el calamitoso proceso de desamor que sufre el famoso actor danés Nicolas Bro cuando un buen día su mujer le comunica que ha dejado de quererle. Lo curioso del relato es que es el propio actor quien se filma a sí mismo en su rutina diaria habitual, haciéndonos partícipes en directo de su drama personal. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista de esta rara e incómoda cinta danesa quiere filmar una película sobre el amor y, sin pretenderlo, acaba engendrando una paradoja: una historia de amor que carece de amor. Esto tampoco debe distraernos de lo que verdaderamente constituye su centro, que no es otra cosa que la frustración artística y como esta infecta a la vida cotidiana. Es una película sobre el arduo proceso de creación cinematográfica, casi (y extremando la comparación) el Apocalipsis Now del cine romántico y del falso documental.

Hay una escena reveladora que apela a las mecánicas de choque entre realidad y ficción, en la que Nicolas Bro intenta recrear, y posteriormente tergiversar y orientar hacia el final feliz, una "escena" real en la que su novia le dio calabazas. El arte como espejo de la vida y también como instrumento de corrección, oportuno rewind que, desgraciadamente, carece de validez y verdad.

Offscreen es, también, un inteligente juego metacinematográfico que encarna en su fotograma imperfecto el sentir general, tan actual, de lo que algunos llaman cultura del narcisismo. La obsesión por grabar cada detalle de su propia vida (por registrar la verdad de lo que le rodea) remite a la vampirización que experimentaron los personajes de Arrebato, aunque sin sus complejas connotaciones culturales y existenciales: en el film de Boe hay locura e impudicia, básicamente. Y una posible película en creación continua que avanza por un guión que se escribe sobre la marcha (y contra los intereses del director, que es también protagonista).

Mucha miga conceptual, como puede verse, lastrada por pequños detalles reprochables. Por ejemplo, la paranoia de Nicolas Bro no está tan bien graduada como la del Eusebio Poncela del film de Zulueta (o como la del cámara de Seres extraños, de Takashi Shimizu); aquí, desde los primeros planos, ya podemos percibir que el tío está como una chota mañanera, todo sucede demasiado rápido. También se perciben fácilmente algunas trampas narrativas que podían haberse camuflado mejor.

Pero en general estamos ante una obra inquietante y perturbadora, que en su tramo final tiende hacia el terror psicológico y enfermo (a efectos de guión no era necesario llegar tan lejos: el mensaje quedó claro a mitad de metraje), inspirando miedo y pena a partes iguales.

Agresiva parábola sobre el fracaso, el cine y la exhibición (dramatización) de nuestras propias miserias, logra soslayar (casi siempre) el efectismo y la gratuidad para articular ideas que explican un poco este mundo en el que vivimos.

Lo mejor: que invita a la reflexión.
Lo peor: algún exceso (y ver todo el tiempo el careto de Bro, ese Adonis).
nachete
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