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Voto de Thug_Life:
9
Drama Cuatro niños, hijos de distinto padre, viven felices con su madre en un pisito de Tokio, aunque nunca han ido al colegio. Un buen día, la madre desaparece dejando algo de dinero y una nota en la que encarga al hijo mayor que se ocupe de sus hermanos. Condenados a una dura vida que nadie conoce, se verán obligados a organizar su pequeño mundo según unas reglas que les permitan sobrevivir. Sin embargo, el contacto con el mundo exterior ... [+]
14 de mayo de 2005
63 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que pueda parecer una empresa fácil, dada la rápida empatía que la audiencia suele establecer con las películas protagonizadas por niños, la construcción de “Nadie Sabe” es complicada. Y es que dado el tema que maneja, lo más sencillo sería una historia sensiblera, de pañuelo fácil y de búsqueda constante de una culpabilidad en el seno de la sociedad. Afortunadamente Kore-eda se aleja de estos tópicos para presentarnos un film duro, sin concesiones de melodrama barato, donde el propio director demuestra una excepcional maestría a la hora de retratar con un realismo inusual en la actualidad, el mundo infantil. “Nadie Sabe” es la perfecta recreación de ese microcosmos que los niños construyen para alejarse de un mundo exterior amenazante. No importa la precariedad o los infortunios, ya que ellos saben crear su espacio y construir una barrera que los aísle y les permita convivir en armonía con ellos mismos. Todos los problemas son vividos desde una óptica de supervivencia natural que solo va desapareciendo a medida que la madurez física y mental va tomando cuerpo.

El realizador japonés no abandona las constantes de su cine, criado al amparo del género documental, y filma con sensibilidad y ternura las vidas de los hermanos, a través de una cadenciosa sucesión de imágenes, que respetan el espíritu de lo que desea contar. Resulta magistral su manera de rodar las secuencias en el interior de ese minúsculo apartamento, plagadas de primeros planos y de encuadres incomodísimos, obligado por la propia pequeñez del lugar, donde ni siquiera tiene cabida la cámara. El realismo con que impregna sus imágenes es ya habitual en su cine, haciendo uso de la cámara en mano y de una fotografía hiperrealista. Incluso se permite el lujo de añadir un “score” musical de acompañamiento, apenas imperceptible para el espectador.

Otro de los aspectos más comprometidos de este film es la práctica ausencia de culpables de la situación de los niños. Kore-eda jamás juzga, presentando una situación y permitiendo que sea el público quien diga la última palabra. Obviamente algo no funciona en una sociedad tan desarrollada como Japón, aparentemente de carácter colectivo pero retratada en la película como distante y preocupada por sí misma. De la misma manera, se hace patente el estado disruptivo entre la infancia o la adolescencia (representado en la película por la colegiala Auki) y el mundo adulto, un tema recurrente en la actual cinematografía japonesa.

“Nadie Sabe” se consolida como una de las mejores citas cinematográficas del año, un retrato de la cotidianeidad infantil y un retal de la vida en general. Es la apuesta por la vida de un realizador que hasta el momento se había mostrado más preocupado por la muerte y por los mecanismos de la memoria. Obra maestra.
Thug_Life
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