Los Goonies, E.T. El Extraterrestre, En Busca del Arca Perdida, Cazafantasmas, Willow, Top Gun -y muchas otras- son las películas que recuerda el espectador cuando se le cita el cine de los ochenta. Cuesta algo más recordar los pufos de la misma década, las malas: Tiburón 3 y 4, Howard: un Nuevo Héroe, Superman 4 (En Busca de la Paz), cualquiera donde salga Madonna, e Ishtar -también entre muchas otras-. Esta última fue uno de los fracasos en taquilla y crítica más sonados de aquellos años, siendo considerada por muchos como una de las peores películas de la historia.

Escribe y dirige Eliane May. Protagonizan Dustin Hoffman, Warren Beatty -cobrando ambos suculentos cheques de 5 millones de dólares de la época-, Isabelle Adjani -novia de Beatty en 1987- y Charles Grodin. Todos ellos sufridores de un rodaje repleto de problemas -lucha de egos, el casi despido de la directora, problemas logísticos en una Marruecos poco habituada a los rodajes de Hollywood-. Más interesante lo que pasó en el rodaje que lo que pasa en Ishtar, la película.

Dos músicos fracasados (Hoffman & Beatty) aceptan un contrato que les lleva de gira por Ishtar -en Marruecos-, lugar en el que cada uno de ellos -sin que él otro se enteré- es reclutado por dos bandos que se encuentran en una revolución. Rogers y Clark -así se llaman los protas- además de meterse en este lío, se disputan el amor de una joven marroquí (Adjani) que busca un mapa del que depende la liberación de su pueblo.

Dos Tontos muy Tontos + Indiana Jones = Ishtar. Hay que aclarar que Ishtar no es de las peores películas que he visto, bien es cierto que es mala pero la decepción que la acompañó en el momento de su estreno viene más de un problema de expectativas que de ser realmente uno de los peores estropicios que ha dado el mundo del séptimo arte.

Es una comedia de enredo simplona, mediocre, con gags casi todos ellos poco afortunados y con dos grandes actores a los que se les queda pequeño interpretar personajes tan estúpidos como Rogers & Clark. No les ayuda una historia enrevesada y una dirección acorde con el aburrimiento que predomina en la cinta. En resumen, mala, pero como muchas otras.

A salvar: un gag -Hoffman haciéndose pasar por traductor-, algún número musical de la pareja protagonista, y una fotografía correcta de Vittorio Storaro (Apocalypse Now), sea en los barrios de New York o cuando la acción pasa en Marruecos y sus desiertos.