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España España · Barcelona
Voto de David MS:
2
Bélico McGriff y Albaby tienen probablemente el peor papel para un soldado en tiempo de guerra; son policías militares. Se encuentran en el Saigón de 1968, en pleno conflicto bélico, y tienen la misión de investigar los asesinatos de seis prostitutas. Su trabajo aún es más duro, ya que el principal sospechoso es un oficial de alta graduación del ejército norteamericano, algo que también pondrá en peligro sus vidas... (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2013
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro películas ha protagonizado Willem Dafoe situadas en la guerra de Vietnam, las premiadas Platoon (1986) y Nacido el 4 de Julio (1989) -ambas de Oliver Stone-, y las poco recordadas El Vuelo del Intruder (1981) y Saigón: El Infierno del Silencio (1988), el título español que se le puso a Off Limits -traducido Fuera de los Límites-. Al contrario de las primeras tres, esta última solo tiene el conflicto bélico como marco de la historia, el film es un thriller policiaco. Dirige Christopher Crowe, autor del libreto de El Último Mohicano (1992), y completa el reparto Gregory Hines (1946-2003), Fred Ward, Amanda Pays, Keith David y Scott Glenn.

Los sargentos McGriff y Perkins (Dafoe & Hines) investigan en Saigón -con la guerra de Vietnam sucediendo- el caso de un asesino de prostitutas vietnamitas, descubriendo tras los crímenes la implicación de un alto cargo del ejército americano. El título original, Off Limits, viene del tramo final de la película, cuando tienen que dejarse capturar por los Vietcong para interrogar un testigo clave.

Viendo largometrajes como Saigón no echo de menos el cine de los ochenta que muchos adoran. No es que la película sea la peste de la década, es un thriller mediocre como muchos otros que se han hecho, y hay que admitirle ciertos atractivos, un buen reparto, lograda ambientación, y el interés que siempre suscita el cine de suspense en el que se desconoce la identidad del asesino y todo el mundo es sospechoso.

Lo malo de producciones como esta está en la moral americana que era habitual en la época, y que permite que los protagonistas puedan pasarse la películas con actitudes retrógradas, machistas y racistas con todo aquello que no sea de su etnia. Hay multitud de escenas donde el par de protagonistas faltan al respeto a los residentes de Saigón -a veces un poco porque sí-, llegando incluso a admitir que el asesinato de las prostitutas les importa bien poco, lo hacen por ellos mismos y la alimentación de su ego. Simple y llanamente, lo oriental es malo, lo americano es bueno -pese a que el comportamiento de cada uno de ellos que aparece en la cinta es reprobable-. La familia Bush o el Ronald Reagan que gobernaba en este 1988 se pondrían palote.

Si por lo menos el guión -del propio director- estuviera más cuidado incluso la película tendría un pase. Las motivaciones del asesino tienen más agujeros que un queso de Gruyer, y su incompetencia al tratar de desembarazarse de la pareja de sargentos le convierte en uno de los malos más estúpidos del cine de los ochenta. No falta una innecesaria historia de amor, entre el personaje de Dafoe y una monja progre a punto de hacer los votos (Pays) que ayuda en la investigación.

Qué salvar: Scott Glenn y su escena en un helicóptero, la canción de Jimi Hendrix que suena en uno de los locales, y donde rodaron, una Saigón en realidad Bangkok, en Tailandia.
David MS
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