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Ciencia ficción. Acción. Terror
Año 2012. Robert Neville (Will Smith) es el último hombre vivo que hay sobre la Tierra, pero no está solo. Los demás seres humanos se han convertido en vampiros y todos ansían beber su sangre. Durante el día vive en estado de alerta, como un cazador, y busca a los muertos vivientes mientras duermen; pero durante la noche debe esconderse de ellos y esperar el amanecer. Esta pesadilla empezó hace tres años: Neville era un brillante ... [+]
21 de agosto de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respeto a Dios. Porque como no creo en él, hay una indiferencia motivada de esa no creencia. Es algo con lo que no cuento, y de ahí ese respeto. Muy diferente sería si fuera creyente, en ese caso no le respetaría, sino que lo consideraría un grandísimo hijo de puta.
Porque un ser que es todopoderoso, que controla el mundo y que permite que doscientos millones de personas pasen hambre, entre otras cosas, debería ser considerado despreciable, cuanto menos.
Es fascinante la habilidad del creyente -de cualquier religión monoteísta- para justificar estas eternas cuestiones, para justificar a Alá, Dios o Elvis. La misma habilidad que para interpretar los escritos con el paso del tiempo, del modo más conveniente.
Cuando hay una gran desgracia, los afectados o bien reniegan de Dios, o se refugian en él con más fuerza. Paradójicamente, este último caso es más habitual, por eso lo países que más sufren suelen ser más creyentes.
Al margen de estas cuestiones, la cinta me deja más vacío que la mismísima ciudad de Nueva York.
Porque procuro que interpretaciones no empañen demasiado mi valoración global de un film de pretensiones lúdicas -así debería ser este caso-. Pero cuando entran simbolismos, el martirio, la fe, las cruces, las campanitas, la divinidad, que nos hacen distraer de lo que debería ser la historia del hombre, de la bondad humana, la heroicidad humana, me aburre. Y también me aburren casi todos los finales de este tipo de cintas.
Y también me aburre el mega-hiper-polifacético Smith, ¡qué pesado es!
Y como esta debe ser la crítica coñazo del año, ahí va mi segunda reflexión, para quien tenga cojones.
Porque un ser que es todopoderoso, que controla el mundo y que permite que doscientos millones de personas pasen hambre, entre otras cosas, debería ser considerado despreciable, cuanto menos.
Es fascinante la habilidad del creyente -de cualquier religión monoteísta- para justificar estas eternas cuestiones, para justificar a Alá, Dios o Elvis. La misma habilidad que para interpretar los escritos con el paso del tiempo, del modo más conveniente.
Cuando hay una gran desgracia, los afectados o bien reniegan de Dios, o se refugian en él con más fuerza. Paradójicamente, este último caso es más habitual, por eso lo países que más sufren suelen ser más creyentes.
Al margen de estas cuestiones, la cinta me deja más vacío que la mismísima ciudad de Nueva York.
Porque procuro que interpretaciones no empañen demasiado mi valoración global de un film de pretensiones lúdicas -así debería ser este caso-. Pero cuando entran simbolismos, el martirio, la fe, las cruces, las campanitas, la divinidad, que nos hacen distraer de lo que debería ser la historia del hombre, de la bondad humana, la heroicidad humana, me aburre. Y también me aburren casi todos los finales de este tipo de cintas.
Y también me aburre el mega-hiper-polifacético Smith, ¡qué pesado es!
Y como esta debe ser la crítica coñazo del año, ahí va mi segunda reflexión, para quien tenga cojones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Me preocupa el mal uso digital, y me inquieta de cara a un futuro. Cuando le permitieron a Rachel Weisz una lágrima digital se sembró un peligroso precedente. Podría llegar el momento en que la digitalización se use como herramienta artística, modificando expresiones faciales, arrugas, sin que podamos distinguirlo, repercutiendo en la autenticidad artística.
Siempre ha habido “truquillos”, maquillaje, colirio, etc. Pero lo digital…uf. Creo que se debería crear algo que regulara y controlara esto.
Por supuesto estoy plenamente a favor de lo digital, justificado y necesario en películas como esta.
Aunque francamente, las gacelas y leones son tan, TAN cutres -visto ahora, dentro de unos años ni te cuento-. La escena de por sí es patética, pero ese detalle es indigno de un trabajo de esta factura técnica, con otros momentos muy notables.
Siempre ha habido “truquillos”, maquillaje, colirio, etc. Pero lo digital…uf. Creo que se debería crear algo que regulara y controlara esto.
Por supuesto estoy plenamente a favor de lo digital, justificado y necesario en películas como esta.
Aunque francamente, las gacelas y leones son tan, TAN cutres -visto ahora, dentro de unos años ni te cuento-. La escena de por sí es patética, pero ese detalle es indigno de un trabajo de esta factura técnica, con otros momentos muy notables.