Película en su concepto, casi perfecta, incluso en su vacuidad, obra premonitoria de las comedias románticas actuales, que se deja ver con alegría y resulta lo suficientemente entretenida e innovadora (Si, estamos en 1967 y parece casi actual), un trabajo hilado con fina puntilla que supone un bálsamo para el alma.

Robert Redford está perfecto, Jane Fonda, más que deliciosa, sexy, loca, atrevida, el resto del reparto cumpliendo con buenas maneras, y dentro de su magnífico guión, esa sensación de vacío sano, de alegre desparpajo, de ganas de entretener con una bonita, dinámica y simpática historia y, a la vez, de no contarte nada, gusta, por su ingenuo humor, por sus poses teatrales (de donde procede), al final el conjunto funciona, justo, pero funciona, si se le puede puntuar alto es por la buena sensación final, sin duda, el mayor mérito, entretener, sin duda.

Decir que la "subtrama" paralela a la historia de los protagonistas, protagonizada por la madre de la susodicha y el vecino maduro seductor, funciona como un reloj suizo, dejando algunos momentos...pues eso...deliciosos, y ya de paso, sin no lo digo, reviento, Jane Fonda, en el mismo año que rodó Barbarella, estaba muy, pero muy BUENA.

No se le puede pedir más, bueno si, la canción del los créditos iniciales, no concuerda demasiado con el tono de la historia, pero es un detalle que pasa rápido...Y siempre quedará New-York, no hay duda...y tipos como el personaje de Charles Boyer, sin duda, que habrá muchos en esa imponente ciudad, un ser entrañable...

Saludos