Se trata de una película extremadamente lenta, con un único hilo conductor y previsible en su narrativa... Sin embargo, no sabemos muy bien por qué Belén Macías consigue que no quieras perderte ni un solo fotograma.

Se trata de una película por momentos ñoña, edulcorada e incluso algo pueril... y sin embargo consigue que se te revuelva algo por dentro, consigue que seas capaz de ponerte en los zapatos del otro..., algo no muy habitual, ya que tendemos a empatizar con el más débil, el que más se acerca a nuestras maneras o al más gracioso aunque este sea descaradamente condenable. Eso es precisamente lo grande de de esta película: sales de la sala comprendiendo (que no compartiendo) todas las posturas.

Ni que decir tiene, que con mucho, gran parte del éxito de la factura final del film es gracias a María Léon..., quien apunta maneras para consagrarse, trabajo tras trabajo, en una de las grandes e indispensables actrices de nuestro país. Lástima que Goya Toledo no esté a la altura ni de María ni de la joven Noa.

Lo mejor: María León y la construcción de su personaje.
Lo peor: Goya Toledo intentando no quedar por debajo..., sin conseguirlo.