Otro más de los innumerables títulos que Charles Bronson protagonizó en los setenta en el apogeo de su carrera y que le convirtieron en el actor mejor pagado del momento. En esta ocasión no encarna a un justiciero o un policía expeditivo sino a un reportero convertido en escritor que debe resolver un misterioso caso en el que un conocido suyo es asesinado.

Un acaudalado hombre de negocios le necesita para que haga de intermediario en el robo que ha sufrido de unos valiosos libros contables. El ladrón exige cien mil dólares por el botín y pide que sea Yves quien haga de mediador en el trato. Quedan en una lavandería pero cuando Yves llega con el dinero se encuentra con el cadáver del ladrón a quien por cierto conocía y picado por la curiosidad decide investigar por su cuenta para aclarar lo sucedido.

Se trata de un film de cine negro con una trama algo confusa y no del todo aclarada (spoiler). Si por algo se salva de la quema este título es por su interesante reparto, en el que también figuran en breves papeles Robert Englund y Jeff Goldblum, y por la banda sonora del genio Lalo Schifrin.