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España España · El paraíso
Voto de alefonca:
6
Drama Billy Hayes (Brad Davis), un joven estadounidense, fue detenido en el aeropuerto de Estambul cuando se disponía a subir a un avión con varios paquetes de hachís. Acusado de uno de los delitos considerados más graves en Turquía, Billy es condenado a cuatro años de cárcel. En prisión sufrirá las atrocidades propias de un sistema penitenciario brutal e inhumano. (FILMAFFINITY)
14 de junio de 2011
28 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas por las que apenas pasa el tiempo. Si mañana se restrenasen, por ejemplo, 'El resplandor' o 'Senderos de gloria' de Kubrick (en copias restauradas y de calidad, se entiende) pocos serían los que las verían anacrónicas. Con la saga de 'El padrino', 'Toro salvaje', y tantas obras maestras del 7º arte ocurriría lo mismo. En cambio otras, algunas de las cuales fueron incluso un éxito de crítica y/o de taquilla en su momento (porque fueron el resultado de 'modas pasajeras', o por haberse estrenado en el momento oportuno) como 'Cowboys de medianoche' o 'Blow Up' (por mencionar las primeras que me han venido a la cabeza) provocarían en el espectador actual (hasta en el más 'cualificado') una mezcla de aburrimiento y perplejidad. No hará falta que les diga en cuál de los dos grupos englobo a 'El expreso de medianoche'...

En su momento, la película de Parker fue un enorme éxito de taquilla, y no sólo ganó dos Oscars relevantes (el de mejor guión adaptado y el de la mejor banda sonora), sino que además cosechó múltiples nominaciones. Unos premios que, entrados en la segunda década del siglo XXI, se nos antojan difíciles de entender.

El casi siempre pasado de vueltas Oliver Stone, construyó un guión espeso y, sobre todo, profundamente efectista. Todo (hasta la verdadera biografía de Hayes) fue supeditado en aras de conseguir la mayor de las reacciones (y no necesariamente positivas...) en el espectador medio de finales de los 70. Y en ese sentido, podemos encontrar en el fime de Parker casi todos los ingredientes necesarios para provocar un gran escándalo (insisto, estamos a finales de los 70) con el que asegurarse una buena taquilla: una homosexualidad muy mal contada y penosamente filmada, una violencia y sexo gratuitos, drogadicción, locura, etc.

Pero no sólo podemos culpar al amigo de Fidel Castro de semejante efectismo sonrojante. Mi otrora adorado Alan Parker no realiza (ni mucho menos) uno de sus mejores trabajos. Y la multipremiada banda sonora de Moroder suena, salvo en algún momento puntual, caduca (llena de efectos electrónicos muy a la moda de entonces) y estridente. Ni siquiera la actuación de Brad Davis (salvo al final), parece nada del otro mundo.

A la película la salvan un maravilloso John Hurt, y su enorme valor testimonial, como una de las películas que más impacto causó en la década de los 70. Hoy en día sigue siendo incalculable el daño económico que este filme le provocó al estado turco. ¿Cuántos turistas dejaron de visitar la antigua Constantinopla por culpa del también amigo de Chávez? Ahhh, no creo que llegue a saberse nunca...

Creo que gran parte de la altísima valoración que aún hoy sigue conservado esta película se debe al impacto que causó en los que la vieron hace muchos, muchos años. Hagan la prueba y propongan su visionado a un espectador de no más de 25 años, verán qué pasa.
alefonca
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