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Voto de rainbowwizard77:
2
17 de diciembre de 2014
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo lamento por Ridley Scott. Un director por el que siento verdadera admiración, pero que en “Exodus”, su última obra, me ha desencantado profundamente.
Scott ha perdido una gran oportunidad de conseguir llevar a las pantallas el Éxodo Hebreo con todo su esplendor. No lo ha conseguido. No ha estado a la altura del relato bíblico y tampoco de su carrera como cineasta.
Por medios a su disposición y capacidad técnica, no habrá sido. La película brilla en el apartado técnico, diseño de producción y banda sonora. Tiene un reparto de campanillas, un presupuesto mayúsculo y todo el apoyo de la maquinaria hollywoodiense.
A pesar de todo ello, la película desaprovecha un estelar reparto. Convirtiendo la presencia de actores como Aaron Paul o Sigourney Weaver en una sombra deambulando por la pantalla. La película, en sus casi tres horas de duración, no consigue emocionar en ningún momento y no nos deja en nuestra retina, ninguna imagen icónica para la historia del cine, como si hizo en su momento, la muy superior “Los diez mandamientos”.
Con todo, lo peor es el guion de la película. La adaptación del libro del Éxodo es un cumulo de despropósitos. No se puede ser más infiel a una historia tan universal y conocida como el relato de Moisés, el pueblo hebreo oprimido por la codicia de Faraón y Yahveh acudiendo al rescate de la prole de Abrahán.
El director y los guionistas han añadido muchas ideas de su propia cosecha que restan coherencia y credibilidad a los sucesos. Con sus aportaciones crean una gran confusión en el espectador, el cual nunca sabe si lo que está viendo es producto de la mano de Dios o si son las alucinaciones de un tipo que se ha golpeado la cabeza con una piedra. El sentido de la narración elude gran parte de lo que transmite el relato de Moisés y cuestiona continuamente la naturaleza de las acciones que se llevan a cabo, mostrándonos a un caudillo desquiciado, desorientado y disconforme con la manera en la que Dios actúa para liberar a su pueblo.
La manera en la que la película representa a Dios, es tema a parte. Una visión muy personal por parte del señor Scott, que consigue que aquellas personas que no están familiarizadas con el relato Bíblico, salgan del cine sintiendo más empatía por el Faraón y sus secuaces, que por el libertador de la nación oprimida.
Imaginemos que Peter Jackson, en su adaptación de “El retorno del Rey”, hubiera presentado a las puertas de Mordor, a Aragorn, Frodo, Gandalf y compañía, con unas pancartas pidiendo la paz a en la Tierra Media. Imaginemos que a Saurón lo hubiera representado como un caracol encima de un geranio. Imaginemos que en vez del anillo del destino, la lucha se hubiera desarrollado en torno a la espada del destino. Podemos estar seguros que los seguidores de la obra de Tolkien se habrían manifestado totalmente en contra de tamaños despropósitos, y que la crítica internacional habría considerado que Jackson no había estado a la altura de tan grande adaptación. Además, habría quedado claro que el respeto de Peter por la obra de Tolkien era más bien nulo. Por suerte, Jackson cumplió con mucha dignidad y éxito su famosa adaptación. No podemos decir lo mismo del señor Scott. Su Éxodo se toma unas licencias que destrozan el sentido del relato y alejan al espectador del mensaje que el escrito quiere transmitirnos. Scott deja más que claro que no tiene ningún respeto por el relato bíblico del Éxodo y que desde luego, no ha sido la mejor elección para adaptarlo a la pantalla grande.
Lástima que Spielberg abandonara el proyecto en su momento.
Scott ha perdido una gran oportunidad de conseguir llevar a las pantallas el Éxodo Hebreo con todo su esplendor. No lo ha conseguido. No ha estado a la altura del relato bíblico y tampoco de su carrera como cineasta.
Por medios a su disposición y capacidad técnica, no habrá sido. La película brilla en el apartado técnico, diseño de producción y banda sonora. Tiene un reparto de campanillas, un presupuesto mayúsculo y todo el apoyo de la maquinaria hollywoodiense.
A pesar de todo ello, la película desaprovecha un estelar reparto. Convirtiendo la presencia de actores como Aaron Paul o Sigourney Weaver en una sombra deambulando por la pantalla. La película, en sus casi tres horas de duración, no consigue emocionar en ningún momento y no nos deja en nuestra retina, ninguna imagen icónica para la historia del cine, como si hizo en su momento, la muy superior “Los diez mandamientos”.
Con todo, lo peor es el guion de la película. La adaptación del libro del Éxodo es un cumulo de despropósitos. No se puede ser más infiel a una historia tan universal y conocida como el relato de Moisés, el pueblo hebreo oprimido por la codicia de Faraón y Yahveh acudiendo al rescate de la prole de Abrahán.
El director y los guionistas han añadido muchas ideas de su propia cosecha que restan coherencia y credibilidad a los sucesos. Con sus aportaciones crean una gran confusión en el espectador, el cual nunca sabe si lo que está viendo es producto de la mano de Dios o si son las alucinaciones de un tipo que se ha golpeado la cabeza con una piedra. El sentido de la narración elude gran parte de lo que transmite el relato de Moisés y cuestiona continuamente la naturaleza de las acciones que se llevan a cabo, mostrándonos a un caudillo desquiciado, desorientado y disconforme con la manera en la que Dios actúa para liberar a su pueblo.
La manera en la que la película representa a Dios, es tema a parte. Una visión muy personal por parte del señor Scott, que consigue que aquellas personas que no están familiarizadas con el relato Bíblico, salgan del cine sintiendo más empatía por el Faraón y sus secuaces, que por el libertador de la nación oprimida.
Imaginemos que Peter Jackson, en su adaptación de “El retorno del Rey”, hubiera presentado a las puertas de Mordor, a Aragorn, Frodo, Gandalf y compañía, con unas pancartas pidiendo la paz a en la Tierra Media. Imaginemos que a Saurón lo hubiera representado como un caracol encima de un geranio. Imaginemos que en vez del anillo del destino, la lucha se hubiera desarrollado en torno a la espada del destino. Podemos estar seguros que los seguidores de la obra de Tolkien se habrían manifestado totalmente en contra de tamaños despropósitos, y que la crítica internacional habría considerado que Jackson no había estado a la altura de tan grande adaptación. Además, habría quedado claro que el respeto de Peter por la obra de Tolkien era más bien nulo. Por suerte, Jackson cumplió con mucha dignidad y éxito su famosa adaptación. No podemos decir lo mismo del señor Scott. Su Éxodo se toma unas licencias que destrozan el sentido del relato y alejan al espectador del mensaje que el escrito quiere transmitirnos. Scott deja más que claro que no tiene ningún respeto por el relato bíblico del Éxodo y que desde luego, no ha sido la mejor elección para adaptarlo a la pantalla grande.
Lástima que Spielberg abandonara el proyecto en su momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Lo mejor:
- El primer cuarto de película. En este se nos introduce en el papel que Moisés desempañaba como exitoso general egipcio y miembro de la corte de Faraón. (Curiosamente, este es el periodo más oscuro de la vida de Moisés y el menos documentado en el relato bíblico).
- La fotografía, diseño de producción y banda sonora.
- Los efectos especiales. Aunque la manera de representar las plagas y milagros no los hagan lucir todo lo que lo podrían haber hecho.
- El esplendor del antiguo Egipto.
Lo peor:
- En el relato del Éxodo, el protagonismo no es para Moisés (aunque tiene un papel relevante) ni para Faraón. El verdadero protagonista es Dios, el cual se erige como salvador de su oprimido pueblo y demuestra con todo su poder, que él es “el verdadero Dios vivo” en contrapartida a los dioses imaginarios de los egipcios. Ridley Scott pasa totalmente de este aspecto y se centra en presentarnos a Dios como un ser vengativo y despiadado, el cual disfruta abusando de los débiles e indefensos egipcios.
- El guion. Los diálogos podrían hacer sonrojar al guionista de “Ana y los siete”.
- Los saltos temporales fatalmente resueltos. (Véase el momento de la enfermedad, muerte y entierro de Faraón como ejemplo).
- La falta de momentos épicos y emocionantes a pesar de contar con material para poder erizar el bello de los espectadores durante 24 horas seguidas.
- El que la narración no consiga en ningún momento que por lo mostrado podamos empatizar con el esclavizado pueblo hebreo.
- Las aportaciones gratuitas y desafortunadas a la historia. Como por ejemplo: la representación de Dios en la figura de un niño más siniestro que un demonio.
El primer encuentro entre Moisés y la Zarza ardiente. (Este momento viene precedido de una pedrada en la cabeza de Moisés y su posterior sepultación en una tonelada de barro).
A su regreso a Egipto, según el relato bíblico, Moisés tenía cuarenta años más que cuando salió huyendo de los dominios de Faraón. En la película, Moisés-Bale tiene la misma apariencia que cuando marcha, pero con un poco más de barba.
Aarón, el hermano de Moisés, el cual había sido elegido por Dios como portavoz de Moisés en su tarea de negociar con Faraón la liberación del pueblo hebreo, solo sale en unas ridículas escenas en las que, no os lo perdáis, Moisés capitanea a un grupo de judíos terroristas atentando contra los graneros y suministros de los egipcios.
A la salida de los hebreos de Egipto, Moisés parece más perdido que Belén Esteban en Calcuta. En ningún momento se hace referencia a que Dios los guio durante su huida de Egipto, utilizando una columna nube milagrosa que les marcaba el camino a seguir.
Tampoco podemos disfrutar en esta película de la espectacular escena de la división del mar rojo en dos muros de agua cuajada y el posterior avance de los hebreos por el lecho seco del mar hasta la orilla opuesta, mientras Jehová retenía a los egipcios con una columna de fuego. En su lugar, las aguas se retiran en una sola dirección como cuando va a ocurrir un Tsunami y todo esto pasa mientras Moisés y los suyos están durmiendo la mona en las arenas de la playa. Cuando despiertan ya no hay casi agua. Entonces cruzan y los egipcios se lanzan en su búsqueda. En un momento dado, Moisés se da la vuelta hasta la retaguardia para hacer frente con la espada a un Faraón desbocado que viene tras de él. La escena se resuelve con un Tsunami de agua que casi mata a Moisés y a parte del pueblo hebreo.
Si nos ponemos a analizar con tranquilidad toda la película, no terminaríamos nunca. Es un despropósito de adaptación. Como libre versión del Éxodo…mejor que el señor Scott se dedique a rodar muchas películas como Gladiator.
Para los que deseéis conocer en profundidad este épico relato, no dejéis de leer el libro del Éxodo que podéis encontrar en cualquier traducción de la Biblia.
- El primer cuarto de película. En este se nos introduce en el papel que Moisés desempañaba como exitoso general egipcio y miembro de la corte de Faraón. (Curiosamente, este es el periodo más oscuro de la vida de Moisés y el menos documentado en el relato bíblico).
- La fotografía, diseño de producción y banda sonora.
- Los efectos especiales. Aunque la manera de representar las plagas y milagros no los hagan lucir todo lo que lo podrían haber hecho.
- El esplendor del antiguo Egipto.
Lo peor:
- En el relato del Éxodo, el protagonismo no es para Moisés (aunque tiene un papel relevante) ni para Faraón. El verdadero protagonista es Dios, el cual se erige como salvador de su oprimido pueblo y demuestra con todo su poder, que él es “el verdadero Dios vivo” en contrapartida a los dioses imaginarios de los egipcios. Ridley Scott pasa totalmente de este aspecto y se centra en presentarnos a Dios como un ser vengativo y despiadado, el cual disfruta abusando de los débiles e indefensos egipcios.
- El guion. Los diálogos podrían hacer sonrojar al guionista de “Ana y los siete”.
- Los saltos temporales fatalmente resueltos. (Véase el momento de la enfermedad, muerte y entierro de Faraón como ejemplo).
- La falta de momentos épicos y emocionantes a pesar de contar con material para poder erizar el bello de los espectadores durante 24 horas seguidas.
- El que la narración no consiga en ningún momento que por lo mostrado podamos empatizar con el esclavizado pueblo hebreo.
- Las aportaciones gratuitas y desafortunadas a la historia. Como por ejemplo: la representación de Dios en la figura de un niño más siniestro que un demonio.
El primer encuentro entre Moisés y la Zarza ardiente. (Este momento viene precedido de una pedrada en la cabeza de Moisés y su posterior sepultación en una tonelada de barro).
A su regreso a Egipto, según el relato bíblico, Moisés tenía cuarenta años más que cuando salió huyendo de los dominios de Faraón. En la película, Moisés-Bale tiene la misma apariencia que cuando marcha, pero con un poco más de barba.
Aarón, el hermano de Moisés, el cual había sido elegido por Dios como portavoz de Moisés en su tarea de negociar con Faraón la liberación del pueblo hebreo, solo sale en unas ridículas escenas en las que, no os lo perdáis, Moisés capitanea a un grupo de judíos terroristas atentando contra los graneros y suministros de los egipcios.
A la salida de los hebreos de Egipto, Moisés parece más perdido que Belén Esteban en Calcuta. En ningún momento se hace referencia a que Dios los guio durante su huida de Egipto, utilizando una columna nube milagrosa que les marcaba el camino a seguir.
Tampoco podemos disfrutar en esta película de la espectacular escena de la división del mar rojo en dos muros de agua cuajada y el posterior avance de los hebreos por el lecho seco del mar hasta la orilla opuesta, mientras Jehová retenía a los egipcios con una columna de fuego. En su lugar, las aguas se retiran en una sola dirección como cuando va a ocurrir un Tsunami y todo esto pasa mientras Moisés y los suyos están durmiendo la mona en las arenas de la playa. Cuando despiertan ya no hay casi agua. Entonces cruzan y los egipcios se lanzan en su búsqueda. En un momento dado, Moisés se da la vuelta hasta la retaguardia para hacer frente con la espada a un Faraón desbocado que viene tras de él. La escena se resuelve con un Tsunami de agua que casi mata a Moisés y a parte del pueblo hebreo.
Si nos ponemos a analizar con tranquilidad toda la película, no terminaríamos nunca. Es un despropósito de adaptación. Como libre versión del Éxodo…mejor que el señor Scott se dedique a rodar muchas películas como Gladiator.
Para los que deseéis conocer en profundidad este épico relato, no dejéis de leer el libro del Éxodo que podéis encontrar en cualquier traducción de la Biblia.