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Voto de Federico_Casado:
9
6,5
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Thriller. Acción. Drama
Año 1987. La ciudad de Sevilla se prepara para acoger la Expo del 92. Ángel (Mario Casas), un joven inteligente y ambicioso, aspira a ser inspector de policía, y entró en el cuerpo intentando respetar la ley. Rafael (Antonio de la Torre), en cambio, es un policía expeditivo, contundente y arrogante. Junto con Miguel (José Manuel Poga) y Mateo (Joaquín Núñez) forman el Grupo 7, un conjunto de policías sin escrúpulos, dispuestos a todo ... [+]
3 de abril de 2012
179 de 270 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces en un país se ha dado una separación tan grande entre el público y un sector artístico: casi ninguna película española -a tenor de las cifras de la taquilla- interesa al público nacional. No nos engañemos: no se trata de internet, ni de un cambio en el modelo de negocio, ni de piratería, ni de las famosas descargas que quiere parar la ley Sinde-Wert. No. Se trata de que en 2012, aún siguen unos pocos haciendo prácticamente el mismo tipo de cine de hace dos o tres décadas, un cine que solo les interesa a ellos y sus amiguitos. Esto no es presunción, ni pedantería, señores. Es una realidad tan hiriente, tan palpable, que esta cercenando, cuando no destruyendo, la poquita industria cinematográfica española (y mejor ya no hablemos de la andaluza...). Aún recuerdo las palabras del maestro Luis García Berlanga, que decía que el cine no debería regirse por el Ministerio del Cultura, sino por el de Industria. Cuánta razón tenía, señores, cuánta razón tenía. Para que en Hollywood se hagan películas como "Los Descendientes", también tienen que hacerse "Resacón en Las Vegas". Y ahora que no me vengan los puristas hablando del "cine necesario": señores, el cine es espectáculo, básicamente. Entretenimiento. Si luego tenemos la habilidad de lanzar un mensaje, sea de la índole que sea, pues bendito sea Dios. Pero lo primero es entretener. ¿Que no funciona esa fórmula? Pues sólo tienen que ver "Avatar", por poner un ejemplo: entretenimiento puro y duro, espectacularidad a raudales... y encima mensaje ecológico, anticolonialista y antimilitarista en el mismo producto. Claro que es mucho más fácil utilizar personajes excluidos socialmente para hacer una crónica doliente de lo malo e lo injusto que es el mundo...pero lamentablemente, eso es lo que vemos a todos los días en los informativos, y lo que es peor, en la calle misma, a nuestro alrededor. Creo que eso no es lo que tiene que ofrecerle un cineasta a un espectador, sencillamente porque el que va a coger el coche, desplazarse, pagar el aparcamiento, pagar la entrada, lo que vaya a comer o beber en el cine (¿por qué nos llevamos las manos a la cabeza con comer o beber en el cine, si ya lo hacían los espectadores en las proyección de Griffith, en los albores del cine? el problema es la forma, y la educación, claro...) ya está harto de ver y oír ese mensaje. Y en el mismo tono. Hay que ofrecerle algo que no tenga, y que únicamente pueda experimentar en una sala de cine. (SIGUE EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Como director, creo que Alberto Rodríguez ha sido lo suficientemente inteligente para tomar el único camino posible que existe actualmente en el séptimo arte: entretener. Pero igualmente, ha sabido conjugar su personal visión del mundo y ha sabido tocar cada una de las notas de su escala de valores en un film realmente bien construido, con un ritmo sobrecogedor, un auténtico tour-de-force donde la acción no tiene que envidiarle ni un ápice a las (últimas) películas de James Bond o de Jason Bourne: pero contextualizando todo esto de manera espectacular en los preámbulos de la Expo 92, en la que el Jefe Superior de Policía hace la vista gorda cuando quiere limpiar de delincuentes el centro de la capital hispalense y para ello tiene al "Grupo 7", un equipo de policías atípico, que se valdrán de todo tipo de estratagemas y métodos de lo más heterodoxo. Aquí todo vale con tal de que cuando el Rey inaugure la muestra universal no tengamos a yonkis por la calle, ni a traficantes que puedan hacer peligrar la imagen de Sevilla, y por ende, de España. Por las buenas, o por las malas, lo que importa es el resultado. Es precisamente esta moral apisonadora en la que el fin justifica los medios la piedra de toque argumental en la que el excelente guión de Rafael Cobos sitúa a cada uno de los fascinantes personajes al borde del abismo, haciendo reflexión de Nietzsche que dice que cuando uno mira al abismo, el abismo termina por mirarlo a él. Técnicamente, estamos ante una cinta de factura igual a cualquier gran producción de Hollywood, pero lo mejor no solo es que haya sido hecha en Andalucía, por andaluces, sino que gracias a los malabarismos de los productores se hayan optimizado tanto los recursos que sin hacer las clásicas "trampas" de maquillar lo inmaquillable, tengamos la espectacularidad necesaria para una película de acción de estas características. Mención aparte merecen las interpretaciones en las que lamentablemente, la que más público atrae es la más mediocre, porque a pesar de la fotogenia y galanura de Mario Casas, no le llega actoralmente ni a la suela del zapato a Antonio de la Torre, que realiza en el film la mejor interpretación de su carrera, en la que ya muchos le comparan con el DeNiro andaluz. Si volvemos a la reflexión gafapasta del "cine necesario", ésta es una película necesaria. Necesaria porque ya hacía falta que en España nos dejáramos de historias sociales, puras y duras, y miráramos un poco a lo que el espectador demanda. No, no estoy hablando de "Torrente 4". Estoy hablando de espectáculo. Por eso era necesaria "Grupo 7", porque mezcla a la perfección acción a raudales y una íntima, profunda y demoledora reflexión, no solo hacia la sociedad, sino hacia el individuo propio.