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España España · Madrid
Voto de jokinr:
8
Drama Denuncia de las condiciones laborales en las fábricas a través de la historia de un obrero modelo que, a raíz de un accidente, se hace sindicalista. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2015
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son conocidas de todos los buenos aficionados al cine las reiteradas intenciones del maestro Eisenstein de llevar a la pantalla “El capital” de Carlos Marx. Ese ambicioso proyecto no pudo ser llevado a cabo. Sin embargo, otros cineastas, a sabiendas o involuntariamente, contribuyeron a la ilustración cinematográfica de ese magno texto económico, si bien fragmentariamente. Uno de los filmes “marxistas” a pesar de sus autores probablemente, y a contrapelo seguramente de sus verdaderas intenciones (uno de sus guionistas, Borden Chase, se mostró siempre como un anticomunista furibundo), fue “Su majestad de los mares del Sur” dirigida por el infravalorado Byron Hoskin, en el que se nos narra cómo en la segunda mitad del siglo XIX las redes comerciales enredan a una sociedad primitiva hasta integrarla en el sistema y desfigurarla en función de las necesidades económicas de los países centrales del capitalismo (proceso descrito en la obra citada del pensador alemán). Otro es este “La clase obrera va al paraíso”, en que, esta vez sí conscientemente, Elio Petri y Ugo Pirro, nos muestran, no sin una dosis de humor que se agradece, cuál es el papel del trabajador en el modo de producción capitalista, más concretamente del clásico proletario de la gran industria: una mera mercancía que se convierte en una extensión de la máquina que acaba transformado, desde el punto de vista humano, en un ser alienado y cuasi embrutecido (tesis también de don Carlos). Pirro y Petri sitúan su historia en el contexto enloquecido de los años setenta italianos en el que los grupos comunistas más radicales intentaban, con muchas razones pero con éxito escaso, que los obreros se sumasen a la estrategia revolucionaria y abandonaran los compromisos de la línea oficial de los sindicatos mayoritarios (léase también del Partido Comunista Italiano) con la burguesía. Obra, por tanto, teórica sobre cómo funciona el capitalismo real y sobre el debate al que éste somete al movimiento obrero en el centro mismo del sistema (en el que la Italia de aquella época fue un laboratorio extremadamente complejo y ejemplar); y también documento de una época imprescindible para conocer la vida cotidiana de una parte de la clase obrera italiana.
Merecen mención no sólo la dirección y la fuerza de la propia historia, sino la organización de la misma, los personajes simbólicos que pueblan el guión y unas interpretaciones magistrales, entre las que destacan la de Gian María Volonté, en uno de sus mejores papeles, y la de Salvo Randone, en el papel de obrero enloquecido por las duras condiciones de trabajo y de lucha obrera en el interior de la fábrica.
En definitiva, cine grande, cine serio, cine trascendente, cine imprescindible.
jokinr
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