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Voto de Javier Dampierre:
10
6,3
29.358
Thriller. Drama. Terror
A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem), un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.
22 de septiembre de 2017
562 de 786 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te das un paseo por la calle de Alcalá y observas la estatua de Espartero detenidamente, comprobarás que el equino al que está subido el General tiene unos testículos diminutos en comparación con los del cineasta Darren Aronofsky.
Siendo uno de los directores con más talento de las últimas décadas, esta arriesgadísima cinta no tiene mucho que enviarle a sus anteriores hazañas. Estoy seguro de que Aronofsky sabía que le lloverían las críticas más descarnadas, que le insultarían, que lo tildarían de pretencioso, pedante, que abuchearían su violencia a priori gratuita, su falta de verosimilitud, las extrañas y aparentemente incoherentes interpretaciones de los actores. Sin embargo hizo la película que quería hacer, sin concesiones a nadie, sin paños calientes.
Resulta difícil trazar una línea entre lo que es spoiler y lo que no. A pesar de que no mencionaré ni una sola palabra de la trama, prosigo en el apartado de spoiler por si acaso el lector quiere llegar completamente virgen al visionado de la película, algo que en cualquier caso parece impensable en los tiempos que vivimos.
Siendo uno de los directores con más talento de las últimas décadas, esta arriesgadísima cinta no tiene mucho que enviarle a sus anteriores hazañas. Estoy seguro de que Aronofsky sabía que le lloverían las críticas más descarnadas, que le insultarían, que lo tildarían de pretencioso, pedante, que abuchearían su violencia a priori gratuita, su falta de verosimilitud, las extrañas y aparentemente incoherentes interpretaciones de los actores. Sin embargo hizo la película que quería hacer, sin concesiones a nadie, sin paños calientes.
Resulta difícil trazar una línea entre lo que es spoiler y lo que no. A pesar de que no mencionaré ni una sola palabra de la trama, prosigo en el apartado de spoiler por si acaso el lector quiere llegar completamente virgen al visionado de la película, algo que en cualquier caso parece impensable en los tiempos que vivimos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Mother! es más que una película. Es un grito desesperado de impotencia, es el vértigo ante el final de los tiempos, ante la super población del planeta, es el Jardín de las Delicias pero con menos saturación cromática. Es la agonía de la madre Tierra y la tozudez de Dios, que en su aburrimiento se empecina en poblar la misma. Es la costilla de Adán, la envidia de Caín, el pecado original, la expulsión del paraíso y la progresiva autodestrucción de la humanidad. Es el fanatismo religioso, el canibalismo de la comunión y la vanidad del Creador.
Aronofsky, ayudado desde luego por monstruos de la interpretación y por un equipo técnico formidable, bajo el paraguas y apariencia de un thriller psicológico, y en una sola localización, consigue agarrarte con fuerza del saco escrotal desde el minuto cero y no soltarte hasta el final, estrujándotelo progresivamente y sin descanso conforme van pasando los minutos. Como en casi todas sus películas, estira, estira y estira hasta romper la cuerda. Lleva la locura hasta más allá de límites imaginables por el espectador, en una bacanal de sinrazón, en un infame infierno circense. Utiliza todos los elementos necesarios para hacer llegar su tesis al espectador, sin escatimar ningún recurso o hipérbole visual. Porque para un mensaje tan ambicioso (pretencioso dirán algunos) hace falta poner toda la carne en el asador, nunca mejor dicho.
Mother! es una película que se sufre durante su ingestión y se disfruta en su digestión. Pero es un sufrimiento placentero, es la contemplación estética de lo más sublime y terrorífico que nos puede brindar la naturaleza y el ser humano, sólo disfrutable desde una cómoda butaca. La frenética y subjetivísima utilización magistral de la cámara no hace más que ayudar a vivir esa experiencia sensorial y emocional, a llevarte de la mano a través de ese viaje psicodélico y casi alucinógeno, y a introducirte de lleno en la locura más demencial antes de que tengas tiempo para protegerte.
Mother! es una experiencia única, brutal, desquiciada, un tsunami visual que dividirá sin duda al público en dos trincheras difícilmente reconciliables.
Aronofsky, ayudado desde luego por monstruos de la interpretación y por un equipo técnico formidable, bajo el paraguas y apariencia de un thriller psicológico, y en una sola localización, consigue agarrarte con fuerza del saco escrotal desde el minuto cero y no soltarte hasta el final, estrujándotelo progresivamente y sin descanso conforme van pasando los minutos. Como en casi todas sus películas, estira, estira y estira hasta romper la cuerda. Lleva la locura hasta más allá de límites imaginables por el espectador, en una bacanal de sinrazón, en un infame infierno circense. Utiliza todos los elementos necesarios para hacer llegar su tesis al espectador, sin escatimar ningún recurso o hipérbole visual. Porque para un mensaje tan ambicioso (pretencioso dirán algunos) hace falta poner toda la carne en el asador, nunca mejor dicho.
Mother! es una película que se sufre durante su ingestión y se disfruta en su digestión. Pero es un sufrimiento placentero, es la contemplación estética de lo más sublime y terrorífico que nos puede brindar la naturaleza y el ser humano, sólo disfrutable desde una cómoda butaca. La frenética y subjetivísima utilización magistral de la cámara no hace más que ayudar a vivir esa experiencia sensorial y emocional, a llevarte de la mano a través de ese viaje psicodélico y casi alucinógeno, y a introducirte de lleno en la locura más demencial antes de que tengas tiempo para protegerte.
Mother! es una experiencia única, brutal, desquiciada, un tsunami visual que dividirá sin duda al público en dos trincheras difícilmente reconciliables.