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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Terror. Intriga Cuando Kathy Thorn da a luz a un bebé muerto, su esposo Robert le oculta la verdad y sustituye a su hijo por un niño huérfano, ignorando su origen satánico. El horror empieza cuando, en el quinto cumpleaños de Damien, inesperadamente, su niñera se suicida. Un sacerdote que trata de advertir a Robert del peligro que corre, muere en un inesperado accidente. El creciente número de muertes hace que Robert, por fin, se dé cuenta de que el ... [+]
9 de enero de 2009
130 de 141 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infinitamente superior a cualquiera de sus deleznables pseudosecuelas posteriores, “The Omen” es uno de esos clásicos que todo adicto al cine de terror debe ver sí o sí. Tal vez no posea el lustre o la reputación de “Suspense”, “Psicosis”, “La semilla del diablo” o “El exorcista”, pero la peli de Donner posee caché suficiente para codearse sin ningún tipo de recato con emblemáticos títulos como “Al final de la escalera”, “El otro” o “La noche de los muertos vivientes”, por ejemplo.

Las razones son obvias. Crear un clima de suspense resulta relativamente fácil. Lo complicado radica en mantenerlo e incrementarlo progresivamente hasta transformarlo en terror puro y duro. Sin embargo, el gran logro de Donner no estriba tan sólo en gestionar impecablemente dicha tensión, sino en saber hacerlo a través de la diabólica mirada de Damien, un retraído chiquillo de cinco años que transmite todo el yuyu del mundo sin apenas pronunciar una sola palabra en toda la peli. Y si bien es cierto que Donner supo aprovechar a la perfección el tirón mediático de “El exorcista”, la presencia del mal es mucho más abstracta, intangible y sibilina en “The Omen”. Nada de psicópatas, monstruos, vampiros ni poseídas que vomitan y levitan. Damien, la encarnación del diablo, jiña sin despeinarse porque su sola presencia es capaz de resucitar nuestros temores más atávicos.

Aún así, me gustaría destacar especialmente la sobrecogedora partitura de Jerry Goldsmith. Algún día el mundo del cine en general debería rendir un grandioso homenaje a todos aquellos compositores que, como Hermann, Morricone, Williams o el mismo Goldsmith, han contribuido decisivamente a su eclosión definitiva. Si a todo ello le añadimos, además, dos o tres buenos golpes de efecto y las más que solventes interpretaciones del circunspecto Peck y la siempre bellísima Lee Remick, el resultado final no puede dejar de ser plenamente satisfactorio.

Lo dicho: Buena. Muy buena.
Taylor
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