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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
9
Drama Adaptación de varios relatos del escritor norteamericano Raymond Carver que retratan la vida cotidiana de un grupo muy heterogéneo de personas que viven en Los Ángeles. De profesiones, caracteres y orígenes muy diferentes, todos intentan afrontar como pueden las dificultades de su vida laboral y personal; personas que se cruzan indiferentes ignorando los dramas ajenos. Sin embargo, en medio de tanta cotidianeidad, late la presencia del terror. (FILMAFFINITY) [+]
15 de junio de 2011
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dura casi tres horas, sí, pero se me ha hecho corta. Y eso se debe, digo yo, a la fluidez y a la naturalidad con la que Altman es capaz de entrelazar un buen puñado de historias que —si bien no son apasionantes en el sentido estricto de la palabra— sí que poseen la virtud de atrapar al espectador desde el primer minuto y no soltarlo ni un solo instante hasta los créditos finales. Sin que ningún relato pierda fuelle en ningún momento, sin que ningún tramo resulte monótono o aburrido en absoluto y sin que ninguna línea argumental parezca confusa, inconexa o discordante. Algo que, sin lugar a dudas, dice mucho de los relatos de Raymond Carver y, sobre todo, de la capacidad narrativa de Altman. El mago del mosaico coral. De la mirada caleidoscópica. El poeta de la metrópoli. Un punto de referencia ineludible e inexcusable, en cualquier caso, para todos aquellos realizadores que, después de él, decidieron seguir su mismo camino con mayor o menor fortuna.

Lo que más me fascina de “Vidas cruzadas”, sin embargo, es su perspectiva global. Como ya he dicho antes, ninguna de sus historias me parece, por separado, especialmente intrigante o seductora. Pero juntas conforman un fresco intimista —y universal, al mismo tiempo— difícilmente superable. Y ahí radica, a mi juicio, la magia de esta peli. En que Altman consigue hacernos partícipes de este sinfín de grandes y pequeñas tragedias cotidianas con una facilidad absolutamente pasmosa. Casi insultante, diría yo. Sin que ninguna de sus múltiples interconexiones resulte forzada, sin que ningún personaje sobre y sin que ninguno de esos relatos quede cerrado más allá de los límites establecidos.

Peazo nueve, pues, para un monumento cinematográfico de visión imprescindible y onerosa que demuestra, una vez más, que la excelencia de un buen guión está —más que en el qué— en el cómo.
Taylor
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