A primera vista, la peli de Bollaín parece una chorrada. Una chorrada de dimensiones catedralicias, vaya. Pero si eres como yo, de aquellos que se lo tragan todo, y decides otorgarle a Icíar un margen de confianza, te llevarás una agradable sorpresa. Básicamente porque bajo un aparente manto de trivialidad y bobería, “Hola ¿estás sola?” esconde algo más. Un viaje iniciático que, despojado de cualquier escudo argumental, despliega poquito a poquito, como quien no quiere la cosa, una entrañable historia de camaradería, de amor, de pequeños fracasos... Eso sí, si eres de los que no soportan a Candela Peña y los tintes almodovarianos te provocan arcadas, desiste.