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Voto de Taylor:
8
20 de octubre de 2009
46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como peli de amor y de guerra ambientada en la gran madre Rusia prefiero “Doctor Zhivago”, la verdad, pero ésta no está mal. Nada mal. Es más, si logramos abstraernos de algunos momentos y algunas situaciones de incuestionable cariz sensiblero y pasteloso, constataremos, sin lugar a dudas, que el saldo resultante a nuestro favor es el de una obra profundamente conmovedora y visualmente prodigiosa. De ahí mis indiscutibles ocho estrellitas.
No voy a redundar, sin embargo, en todos aquellos planos y secuencias de extraordinario interés narrativo o estético que tan espléndidamente nos ha glosado Maese Lupo. Permitidme, empero, que insista en las virtudes melodramáticas de “Cuando pasan las cigüeñas” porque no es frecuente apreciar en una peli rusa un tono trágico y emocional tan intenso. Muy pocas veces podremos ver trasladados a una gran pantalla con tanta convicción todos esos proverbios que nos remiten a la esperanza (‘la esperanza es lo último que se pierde’, ‘el que espera, desespera’) y que, gracias a pelis como la de Kalatozov, dejan de ser meras frases hechas para convertirse en verdaderos actos de fe a prueba de bombas. Pero no sólo eso. Politiqueo al margen, el desenlace de esta peli es uno de los más tristes y preciosos que recuerdo y la interpretación de su bellísima protagonista, francamente sobrecogedora.
Una excelente oportunidad, en suma, para evaluar la sensibilidad estética y emocional de cada uno. Y si hasta un tocho como yo es capaz de sentir y apreciar ciertas cosas, es que la peli merece la pena. Palabra.
No voy a redundar, sin embargo, en todos aquellos planos y secuencias de extraordinario interés narrativo o estético que tan espléndidamente nos ha glosado Maese Lupo. Permitidme, empero, que insista en las virtudes melodramáticas de “Cuando pasan las cigüeñas” porque no es frecuente apreciar en una peli rusa un tono trágico y emocional tan intenso. Muy pocas veces podremos ver trasladados a una gran pantalla con tanta convicción todos esos proverbios que nos remiten a la esperanza (‘la esperanza es lo último que se pierde’, ‘el que espera, desespera’) y que, gracias a pelis como la de Kalatozov, dejan de ser meras frases hechas para convertirse en verdaderos actos de fe a prueba de bombas. Pero no sólo eso. Politiqueo al margen, el desenlace de esta peli es uno de los más tristes y preciosos que recuerdo y la interpretación de su bellísima protagonista, francamente sobrecogedora.
Una excelente oportunidad, en suma, para evaluar la sensibilidad estética y emocional de cada uno. Y si hasta un tocho como yo es capaz de sentir y apreciar ciertas cosas, es que la peli merece la pena. Palabra.