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Voto de Felipe Larrea:
10
7,8
74.395
10 de enero de 2009
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es verdad, como he leído en la crítica de otro usuario, que es un plagio de "Casa de juegos" de David Mamet. No me extrañaría porque encaja como un guante en el estilo del creador de "Glengarry Glen Ross", con ese mecanismo de relojería por trama y esos personajes siempre en el lado más miserable de la existencia. Y también quedé con la duda, la primera vez que la vi, de si todo había encajado realmente, o era un juego de trilero como los de sus protagonistas.
Ahora esas consideraciones me dan igual. La he vuelto a ver y me he quedado estupefacto. Es un guión perfecto, con unos actores perfectos y una puesta en escena perfecta. No pierde ningún atractivo por saber de antemano el final (como le sucede a "Sospechosos habituales"), es fascinante descubrir en cada escena que el guión no tiene ni un sólo agujero y es tan extremadamente inteligente que me ha hecho sentir mentalmente pequeño.
Luego está Ricardo Darín, que si fuera más carismático se daría una paradoja en las leyes físicas y el universo implosionaría. Está su instantánea química con Gastón Pauls y está su galería de secundarios, a cada cual más perro y más desgraciado. Está el morbo de conocer por dentro el mundillo de los amigos de lo ajeno, y está esa estampa premonitoria y metafórica de la sociedad argentina, ese país unas veces al borde del desastre, y otras veces en el desastre.
Ahora esas consideraciones me dan igual. La he vuelto a ver y me he quedado estupefacto. Es un guión perfecto, con unos actores perfectos y una puesta en escena perfecta. No pierde ningún atractivo por saber de antemano el final (como le sucede a "Sospechosos habituales"), es fascinante descubrir en cada escena que el guión no tiene ni un sólo agujero y es tan extremadamente inteligente que me ha hecho sentir mentalmente pequeño.
Luego está Ricardo Darín, que si fuera más carismático se daría una paradoja en las leyes físicas y el universo implosionaría. Está su instantánea química con Gastón Pauls y está su galería de secundarios, a cada cual más perro y más desgraciado. Está el morbo de conocer por dentro el mundillo de los amigos de lo ajeno, y está esa estampa premonitoria y metafórica de la sociedad argentina, ese país unas veces al borde del desastre, y otras veces en el desastre.