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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Drama José, periodista y locutor de radio, realiza un programa diario bajo el título 'Solos en la madrugada', que ha conseguido una enorme audiencia nacional. Casado y separado de Elena, José tiene dos hijos, a los que casi no ve. Entonces conoce a Maite, más joven que él, extrovertida y de mentalidad más liberal de lo que él quisiera. El choque emocional de su relación con estas dos mujeres hará cambiar a José, cuya visión pesimista de la ... [+]
31 de marzo de 2019
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se le ha quedado viejita esta peli a José Luis Garci, por diversos motivos:
1) Es una obra muy coyuntural. España está a las puertas de las primeras elecciones democráticas, tras casi 40 años de dictadura franquista, y Garci entona un canto de esperanza al futuro, cauteloso, pero canto al fin y al cabo. No sólo ha cambiado la política, sino las relaciones en general, y las sexuales en particular. Lo cual provoca problemas a los hombres de su generación, incluso a los progres. Es una película testimonial de una época, de un tiempo y de un país, como diría Raimon.
2) Con la caída de la censura, todo el mundo se despelota, sobre todo ellas. Pero claro, plantar la cámara ante una señora con las sábanas por debajo de las tetas, en plan estatua de sal, tiene de erótico lo que yo de cardenal. Garci filma en plano medio a sus personajes en la cama, y no puedes evitar una sonrisa de ternura. ¡Qué falta de morbo, por Bakunin! Si bien agradecemos a Fiorella Faltoyano y a Emma Cohen su entrega a la causa. Eran tan jóvenes y hermosas...
3) Garci rinde homenaje al mundo de la radio, un tipo de radio hoy desaparecido para siempre. Y tiene gracia ese Solos en la madrugada, en la que José (Sacristán) escupe su mala leche del día a día, de las frustraciones, del desamor, del futuro incierto y las pequeñas putadas que te amargan la vida. Pero ese mundo también va a cambiar, radical y definitivamente.
4) El mismo tono de la película es pretérito. Garci no mueve mucho la cámara, opta por un estilo muy conservador y presta más atención a la literatura (los diálogos) que a la caligrafía de la imagen. Bueno, él siempre ha sido así, es un gran amante de los clásicos del cine, y se lo agradecemos.
Pero, en general, uno se siente solidario con su esforzado intento de ayudar al cambio que se está produciendo, y no dejar en demasiado buen lugar a los varones ibéricos, que en el fondo dan más ternurita que otra cosa. Después de tantos años de ver, de estreno, Asignatura pendiente, he tardado más 40 en ver su secuela. Y no me ha disgustado. Es eso, cuestión de ternurita.
Eduardo
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