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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Comedia. Drama A sus 45 años, Erwan descubre que el viejo lobo de mar que le crió no es su padre. Tras la búsqueda, se encuentra con su progenitor, un hombre octogenario, y cae bajo su hechizo, así como bajo el de la impetuosa Anna. (FILMAFFINITY)
11 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Madres sólo hay una, pero padres puede haber muchos", me decía el presunto progenitor de un amigo cuando yo era pequeño. Así lo demuestra esta comedia francesa, con un toque de amargura, sobre las relaciones paternofiliales. Erwan es desactivador de minas, bombas y demás artilugios, obsequio de la Segunda Guerra Mundial, en las playas de mi amada Bretaña. Es viudo y vive con una hija que está preñada de un desconocido. Su obsesión es que la joven averigüe quién es el padre, pero a ella se la suda. Por obra y gracia de un análisis rutinario para descartar una enfermedad hereditaria, se entera de que su padre no es su padre biológico. Contrata a una detective muy peculiar para que investigue sus orígenes, y al cabo de poco la émula de Marlowe le participa que su verdadero padre vive a unos escasos veinte kilómetros de su casa. Por un quítame allá ese jabalí, Erwan conoce una noche a Anna, que pasa consulta médica en el pueblo donde habita su supuesto padre biológico, con el que ya ha congeniado. Se enamora de ella, pero resulta que es la hija del susodicho. Y crece la alarmante duda: ¿serán hermanos?
La película sigue en todo momento las desventuras de Erwan, su relación con los dos padres, su atracción hacia Anna, que es correspondida, su miedo a adentrarse en las olas procelosas del incesto. Los diálogos son reales como la vida misma, las situaciones creíbles, los personajes están trazados con trazos vigorosos, dejando al descubierto sus miedos, ansiedades y esperanzas. Hay espacio para la comedia (sobre todo cuando aparece el personaje de Didier), se aprovecha al máximo el agreste y extraordinario paisaje de Bretaña, sin caer en el síndrome de la postalita. La banda sonora nos obsequia con una de las canciones más tontas pero divertidas que he escuchado en mucho tiempo, Chiribim Chiribom, de las Barry Sisters, y con la estremecedora versión de Ma fille que canta el mítico Serge Reggiani. Carine Tardieu da un paso adelante después de la insatisfactoria Du vent dans mes mollets, y los actores están espléndidos, empezando por un estupendo François Damiens, siguiendo con un formidable Guy Marchand, y terminando con la maravillosa Cécile de France, quien despierta tanta ternura como deseo carnal. Una de las mejores actrices galas de su generación.
Muy recomendable para quienes creen que todas las comedias francesas son iguales.
Eduardo
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