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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
2
Thriller Tres hombres casados ricos se reúnen para su juego de caza anual en el desierto. Pero esta vez, uno de ellos viene acompañado de su amante Jen, una mujer joven y muy atractiva que despierta rápidamente el interés de los otros dos. Las cosas se complican dramáticamente para ella... Dada por muerta en medio del infierno del desierto, la joven vuelve a la vida y el juego de caza se convierte en una venganza implacable. (FILMAFFINITY)
10 de abril de 2019
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una lujosa villa asentada en el Marruecos profundo (vamos, que ni regalada), rodeada de la nada más absoluta, el propietario y dos amigotes se reúnen una vez al año para dar rienda suelta a su virilidad y practicar el noble arte de la caza, qué demonios. Pero este año algo falla: el dueño se retrasa y su amante, joven pero gloriosamente imbécil, se adelanta, y coincide con los otros dos amigos. En estas circunstancias, lo más sensato, y hasta diría que lo más normal, es pasearse semidesnuda por la casa, entregarse a bailes salaces y desenfrenados, y restregarles los pechos por las narices. Hasta que a uno de los cazadores se le calienta la escopeta y la encula, vamos, que le deja el culo como un bebedero de patos, bien apretadita contra un ventanal, para que al menos goce de buena vista, ya que no de lo otro. La retrasada huye, llega el amante, se cabrea y salen a darle caza. ¿Y si se va de la lengua y cuenta lo sucedido? Ellos son honrados hombres de negocios, casados y con hijos como Dios manda y todas esas cosas. ¡A por ella! Total, que la pobrecita, a punto de ser atrapada por los feroces sátiros, se cae por un barranco y queda empalada en una rama de árbol, una rama grande como la Tour Eiffel y afilada como una navaja. Y ellos se van, y ella... Logra desempalarse, curarse la herida y buscar venganza. A partir de ahí,... Se suceden los disparates.
Lo malo es que este bodrio se presenta como una parábola feminista, o sea, bodrio y con pretensiones. Lujosos movimientos de cámara, aprovechamiento de los paisajes naturales, economía de medios y toda la mandanga. Encima, aburre y tu interés decae desde el momento en que se cauteriza la herida con una lata de cerveza. Tomadura de pelo para crédulos de ambos sexos. La relacionan con aquella tontería titulada La violencia del sexo, protagonizada por Camille Keaton, pariente lejanísima del legendario cómico. Bien, es igual de mala y estúpida.
Eduardo
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