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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Fantástico. Aventuras Jacob (Asa Butterfield) de 16 años, es un chico con problemas para relacionarse y muy unido a su abuelo. Después de sufrir una tragedia familiar y con la intención de saber más sobre el pasado y las disparatadas historias de su abuelo, convence a sus padres para dirigirse a la costa de Gales y buscar el hogar para niños especiales de Miss Peregrine, de los que tanto le han hablado. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 1º Bucle Temporal nos lleva a principios de los 90, o quizá un poco antes, a finales de los 80.
Tim Burton es el grandísimo director que creaba mundos fantásticos plenos de cierta melancolía y tristeza, maravillosos, pero ante todo tremendamente humanos.
Prácticamente ese es el Burton que recuperamos al principio de esta interesante fábula, solo que encima con el plus de sabiduría que da la madurez: la historia de Jake, otro eterno marginado, está punteada por las fantásticas narraciones de su abuelo Abe, que le habla de un orfanato oculto en Gales donde viven los peculiares niños de Miss Peregrine, y nuestros ojos se abren casi tanto como los del pequeño cuando le oímos hablar de monstruos terribles o chicos invisibles, a los que encima da forma con irreales fotografías antiguas.
El gusto es doble porque, como digo, Burton ha aprendido con la edad y ya no juega al despiste metiendo su habitual imaginería cuanto antes. Al contrario, la soleada California donde vive Jake nos recibe desde la primera escena, con sus casas bajas y líneas rectas, donde la única posibilidad de escape reside en la ilusión de que algún día Jake encontrará el perdido orfanato.

Pero una mente infantil es igual de fértil para albergar esperanzas como para desecharlas: nuestro protagonista se da cuenta, con cierto pesar, de que las historias de su abuelo bien pueden ser huecas invenciones para fascinar a un nieto. Burton se permite la licencia de estropear la magia, pintando levemente la decepción adulta ante ella, y así consigue hacerla más impactante cuando finalmente hace acto de aparición.
La aparición de una horrible criatura y de un inquietante hombre de ojos blancos desencadenará el viaje de Jake para buscar respuestas, y entonces todo pasa a ser la historia de un adolescente desencantado a la búsqueda del niño que fue, o del que su abuelo le enseñó a ser. Hay mucho gris plomizo, mucha monotonía en esta primera parte, pero es necesaria para dibujar un entorno que, por lo general, desprecia lo mágico y especial (¿o deberíamos decir lo peculiar?), dejando que se pudra en un rincón olvidado como un orfanato que a todo el mundo da igual.

Pero la fantasía ha encontrado su propia manera de conservarse: precisamente, lejos de la sociedad que la desprecia, apartada entre grietas temporales, en bucles eternos que la permitirán existir solo para quien venga con ganas de buscarla. Siempre a punto de desaparecer, siempre a punto de ser solo escombros bajo una bomba por una guerra que a ella le es ajena, pero siempre permaneciendo.
El hogar de Miss Peregrine se abre a nosotros como un refugio contra el gris plomizo, donde refulgen toda clase de colores, y donde cualquiera puede ser como quiera ser. Particularmente para Jake, y si no fuera por un padre que le espera en otro tiempo, parecería la vía de escape perfecta a una vida insatisfecha, junto a la etérea muchacha de pesadas botas y la certeza de pertenecer a algo.
Claro que no es oro todo lo que reluce: repetir un mismo día tiene sus ventajas, pero sobre todo tiene inconvenientes, porque a la larga podría parecer una prisión más que una liberación. Tras el primer vistazo a lo maravilloso, Jake descubre que existen problemas por la dolorosa mirada de Emma Bloom, y en ese ángulo melancólico y triste vuelve a estar el Tim Burton que más nos gusta: el que quiere a sus raros, pero también los compadece.

Sin embargo, es él quien nos lleva derechos al 2º Bucle Temporal: uno en el que tiene personajes extraordinarios, pero le falta una historia que les dé sentido.
Aún así no nos podemos quejar, porque la naturaleza del orfanato se va desvelando ante nuestros ojos, y parece más dramática de lo que en principio habíamos imaginado. Este lugar sabíamos que era un refugio, sí, pero no solo contra el mundo sino también contra los miembros perversos de los peculiares, que acechan como si fueran pesadilla infantil queriendo llevarse los ojos de los niños, dando lugar a la clase de imágenes perversas que engrandecen este tipo de cuentos (como un banquete de ojos entre monstruosos comensales).
No nos quedamos ahí, sino que Burton sigue llenando su patio de juegos de maravillas, aunque se queden en demostraciones carentes de sentido, pero si el precio de eso es un fantástico viaje al fondo submarino con Jake y Emma, a un crucero de esqueletos descarnados, compremos el billete con gusto. No deja de ser una excusa para ver cómo progresa la encantadora y triste historia de dos jóvenes condenados a separarse, cuando ni siquiera han podido besarse.

Pero acabamos llegando al 3º Bucle. No Tim, por favor.
Hemos vuelto a 2010. A una narración que se te escapa de las manos, que deja historias interesantes en la cuneta, y le interesa más entretenerte que maravillarte. Nunca hemos querido eso de tus películas Tim, siempre supimos que dabas otra cosa.
No diré que tu espectáculo a caballo entre bucles temporales, monstruos tentaculares y gente siniestra sonriendo no me guste. Pero es una pena que para eso Jake deje de querer a su abuelo, o interesarse por estar junto a Emma, aunque con apenas cuatro momentos intentes convencernos de que siguen importando. Samuel L Jackson hace lo que puede por quitar grandilocuencia a tu empacho, pero él solo no puede.

Volvamos al 1º Bucle Temporal. Tú me has demostrado que se puede volver.
A una aventura increíble, original, y que aparte de la maravilla te da seres humanos, peculiares o no, me da igual.
Solo por eso, esta fábula de Jake merecerá la pena.
Charles
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