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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Drama Una joven es obligada por su familia a asistir a un centro de terapia para reorientar la sexualidad de jóvenes homosexuales. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ejemplo más representativo de cómo ve Cameron Post las relaciones se encuentra en los minutos iniciales, en los que se alternan fragmentos de parejas celofán felizmente emperifolladas retratando su baile de fin de curso… con encuentros furtivos, acalorados y ansiosos, donde su novia y ella se tocan todo lo que pueden.
Se podría ver como una subversión de los códigos habituales, donde el romance azucarado más correctito palidece ante el mero placer carnal de compartir algo especial, pero principalmente queda claro que ella solo está a gusto en uno de los dos lados, y no es capaz de ocultar su incomodidad en el otro.

‘The Miseducation of Cameron Post’ es un largo camino de vuelta a ese espacio íntimo inicial.
Una vez roto, la protagonista titular es mandada a un campamento cristiano de reforma homosexual, y la estabilidad que había conocido desaparece, sustituida por una inquietante realidad plagada de sonrisas amplias repitiéndole que va a mejorar.
Su permanente actitud de pasmo, mezclada con una culpa latente, solo la deja avanzar en la única dirección posible: de vuelta a la gente que la metió allí en primer lugar, porque no puede ser que estén equivocados, porque quizás ella realmente ha hecho algo mal, porque es posible que aquel cura hablando de corregir errores juveniles tuviera razón.

Negarse a una misma puede no estar tan mal, es el preocupante mensaje que transpira de su día a día.
Y como en el fondo los encargados no están tratando a nadie mal, como parece que ayudan a lidiar con problemas personales, como todos quieren volver al hogar, pues… se acepta.
Mirado desde la distancia temporal, lo terrible no es que surgieran instalaciones de este tipo, sino que generaciones enteras sin recursos, sin visibilidad ni medios de ser escuchados, pudieran llegar a amar fervientemente a familiares o amigos que evidentemente no les querían, hasta el punto de alterar su deseo sexual.
Solo porque se lo pedían con palabras amables, pasado el impacto inicial.
(Muy significativo es que la cita de Cameron Post al baile de fin de curso reaccione como si ella fuera de su propiedad)

Cameron, como tantos otros, en construcción de su persona, no tiene las armas para hacerse valer, porque está en esa edad en la que nos convertimos en la persona amada por los demás, aunque en la intimidad seamos otra completamente diferente.
Y a todas esas oleadas imposibles de vencer, que determinan vidas enteras, la historia encuentra un antídoto inesperado: bromear, de verdad, alto y claro contra la venenosa amabilidad, como si de verdad nos estuviéramos divirtiendo.
Encontrar el punto justo en el que, si nos joden, no tengamos que depender nunca de gente que afirma querer nuestro bien, sino de los que están en las mismas y van tirando con Cameron, como Jane Fonda y Adam Red, los únicos del campamento que no cierran los ojos rezando cuando les toca. Toda una liberación cuando las cartas de fuera la quieren hacer dudar de, si alguna vez, ella de verdad existió.

Aquellos campamentos eran purgatorios para “problemas” de otra gente, hijas e hijos que creían dependientes de cuando a ellos les diera la gana quererlos.
Pero nada impedía crecer, y darse cuenta de que con el amor propio basta y sobra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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