La vida de Arnau no es fácil, aunque podamos pensar que al menos su existencia tiene lugar en un medio a caballo entre lo rural y lo urbano, un lugar en el que podemos pensar que al menos cuenta con espacios libres de asfalto. Sabemos que es una existencia triste, el río no deja de ser un cauce contaminado que arrastra residuos y la montaña en la que vive está pelada y apenas hay árboles. Una hermana cuya convivencia intuimos que no es fácil y la madre en el talego acaban de perfilar su entorno... ¿Por este contexto nuestro protagonista no se echa para adelante?; ¿este ambiente grisáceo le impide gritar, salir con colegas por la noche, a meterle mano a las mozas y a pasarlo bien?; ¿la definición de su entorno lo hace mudo?; lamentablemente para nosotros, su adolescencia es un tostón.

Yo ya ni entro en que la película esté bien hecha, no entro en el debate de que la simplicidad de una historia puede dar grandes películas. A mí este cine, contemporáneo o no, no me va, cine en el que el protagonista no sólo no habla sino que parece ser que no siente ni padece y todo lo que piensa hay que descifrarlo. Por suerte, si le restamos los títulos de crédito iniciales y finales, la película se va a ochenta y pocos minutos.

Un último apunte, una confesión quizás, conocer Vallbona, conocer la periferia de Barcelona, con el río Besós, el paisaje periurbano, sus gentes y su vida... seguramente conocer ese ambiente no me ha ayudado. Por ello quizás preferiría un personaje con sangre, a mí este Arnau me ha decepcionado. Se puede vivir en un entorno difícil y no ser así.