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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
7
Drama. Intriga. Cine negro El ambicioso periodista Johnny Barrett se propone ganar el Premio Pulitzer. Su plan consiste en ingresar en un hospital psiquiátrico, haciéndose pasar por loco, con el fin de investigar un asesinato cometido en el centro. Con la ayuda del doctor Fong y de su novia Cathy logra engañar a los médicos, que firman su reclusión. Una vez en el hospital, trata de obtener información de los tres únicos testigos del crimen: tres internos a los ... [+]
1 de noviembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Samuel Fuller iba a tanto a su rollo que por lo visto transitó por el oficio de cineasta con cierta soledad, la que tiene que ver con ser el rarito del grupo, el que hace cosas diferentes y que todo el mundo mira al pasar. No quería saber nada (o poco) de las maneras de hacer cine de toda la vida y le gustaba dar uno o dos pasos adelante, así que no es de extrañar que esa soledad le llevara a contar con muy pocos recursos y que hiciera un tipo de cine más allá de la serie B incluso. Él, sus ideas, su obra y mucha indiferencia respecto a los pocos apoyos que tuvo. Por ello los franceses lo amaban, por ello la etiqueta de cine independiente le viene tan bien y por ello era imprescindible hacer esta introducción sobre "Corredor sin retorno".

La película es arriesgada, supone un clarísimo antecedente de algunas otras que vendrán después (no sé si habrá alguien que no se acuerde de Jack Nicholson después de ver esta película) y cuenta con una originalidad tremenda. Tiene unos fallos en la continuidad de la narración que me han hecho dudar si lo que he visto ha estado recortado por las demoledoras tijeras que tanto daño han hecho a la Historia del Cine. No sabemos qué hace nuestro protagonista en el manicomio y ya dentro descubrimos que busca a un asesino... Fuller sería un iconoclasta y un vanguardista, pero eso en concreto, tan esencial, sospecho que es algo que tiene que ver con las dichosas tijeras.

Si "Corredor sin retorno" es buena es por el desasosiego que es capaz de desarrollar, porque agobia y porque todos los que vemos la película tenemos una mente sana y es horrible observar el decaimiento abrupto de la locura. ¿Podríamos acabar como ellos, encerrados, monigotes y caricaturas enfermas? Fuller señala así a la esencialmente perturbada sociedad profunda estadounidense, lo sé, pero me interesa más el hecho concreto, el tránsito de una mente privilegiada a la oscuridad de la locura. Esa apuesta, esa intención, me parece brillante: cómo alguien con un coeficiente de genio se mete en la boca del lobo a conciencia, con el Pulitzer entre ceja y ceja y sin tener ni idea de lo que se está jugando. No es terror, es horror, y pese a los más que presumibles recortes, un horror muy bien descrito en una buena película.
Luisito
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