Hay tantas cosas que están tan poco cuidadas que ni siquiera es posible llegar al final de la película habiendo mantenido el interés por conocer el final. El gran escaparate final queda en nada si llegados a ese crucial momento la pereza ha ganado la batalla. Hablo de personajes que aparecen como de la nada y se esfuman repentinamente cuando parece que han descubierto el plan, hablo de Bud Spencer y su colega el de las gafas, hablo de muertes que esperaba más vistosas, hablo de detalles de la trama tan poco cuidados que cuando llega algo interesante de verdad como son esas enigmáticas cuatro moscas ya todo te da igual.

Aún no he hablado del protagonista, con lo fácil que es escribir cuatro palabras cuando uno lo hace bien y otro mal: y lo cierto es que todos parecemos estar de acuerdo, los que ven una buena película y los que no, en señalar la interpretación del protagonista como un desastre. ¿Tan mal como para gritar al cielo?; lo dicho, un actor desastroso. Yo de un giallo al menos espero muertes brillantes, aquí poca cosa. El intento de ofrecer una resolución a lo Hitchcock, con una mente perturbada que explica demasiadas cosas en pocos minutos (bueno, más bien una explicación de todo lo que queda detrás) no me ha parecido nada acertado. Se ve rápido, eso sí, pero sólo por pasar un poco el rato.