Una vez llegados aquí, es mejor olvidar los desencuentros con Allen desde que cambiamos de siglo (y de milenio) y hablar en presente de lo grande que es el maestro judío. Personalmente prefiero no acudir a su cita anual, sólo me encuentro con sus películas cuando el azar me lo pone delante (el mismo azar del que habla constantemente en "Si la cosa funciona" y en su filmografía)... Y llegados aquí, cuando tengo que teclear sobre alguien del que se ha dicho todo, pues sobran las palabras, sólo cuentan las opiniones y en este caso he quedado fascinado.

Con otras comedias románticas del mismo estilo, con enredos similares, no he quedado entusiasmado ni la mitad que con "Si la cosa funciona". ¿Por qué funciona?; supongo que en esta ocasión son todo aciertos, desde el primero y más evidente que es no protagonizarse a sí mismo. En este caso tiró de casting y se encontró con Larry David, que es en esta ocasión el que se lía con la jovenzuela buenorra que el azar, siempre el azar, le pone delante. El físico maduro que hace años que optó por una vida apartada y bohemia es el que desarrolla el carácter que otras veces hemos visto en Allen, es el vehículo que nos lleva de un lado a otro y cuya voz en off nos guía en una comedia de humor verbal exquisito. Y además en lugar de irse a Europa se mueve por las calles de su NY, otro acierto seguramente.

La última media hora es un homenaje que cualquiera debería darse. Las apariciones de la madre y sobre todo la del padre, me han matado. Una maravilla.

No gustará a todos, ya sabemos que el humor de Allen no es para todos. Yo con lo del principio de incertidumbre de Heisenberg me he reído como hacía tiempo. ¿Y lo de que Dios es homosexual... y un gran decorador? Una maravilla. A día de hoy además coincido con el calendario festivo de la película en el que todos juntos brindan por el año nuevo. Yo dentro de escasos días brindaré por Allen, porque siga trabajando más y más pese a sus ya ochenta años.