Con mucho gusto me toca defender esta buena película brasileña, que ciertamente sufre un punto de inflexión a partir de cierto momento y desde el cual cambia de registro para llevarnos a un final que no gusta a muchos. Las opiniones ahí quedan, la mayoría están encantados con la primera parte centrada en la vida de nuestro protagonista, un pobre perdedor que conocemos meticulosamente gracias a una siempre presente voz en off. Muy al estilo de "Amelie", nuestro hombre se encapricha de una vecina a la que espía desde la ventana de su habitación, se tiene que buscar la vida para obtener 38 reales y con un par de secundarios más el argumento fluye sin ser nada excepcional.

En el momento en el que el director decide abandonar ese primer estilo, algunos sacan el pañuelo blanco y yo lo aplaudo, porque esos giros en el argumento, incluida la traca final, rompen de forma precisa con una monotonía que merecía esa agitación. Me encanta la forma casual con la que nos cruzamos con los secundarios y cómo acaban significando más de lo que aparentaban. Se trata de una película rica en detalles que en apariencia no son más que circunstanciales pero al poco ganan peso e importancia. La compañera guapa, el banco de la esquina, saltar desde una considerable altura a la arena, la fotocopiadora en color... Todo es posible porque es cine!! Si nos hubiéramos quedado con el primer tono no hubiéramos disfrutado del final.