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Voto de Time Bandit:
8
Comedia. Drama Manu Aranguren, un político vasco, ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA. En lugar de asistir, tal como esperaba, a un acto solemne y calculado, pronto verá que las casualidades, los errores o los malentendidos marcan el diálogo entre ambas partes y que la relación personal entre los negociadores será clave para la resolución del conflicto. Comedia basada en las negociaciones entre el presidente del ... [+]
17 de marzo de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borja Cobeaga, director de dos reivindicables comedias como son “Pagafantas” y, en menor medida, “No controles”, nominado a un Oscar por su corto “Éramos pocos”, uno de los creadores del fenómeno televisivo vasco “Vaya semanita”, y co-guionista de la (por ahora) película más taquillera de la historia del cine español “Ocho apellidos vascos”. Tras todo ello, Cobeaga nos ofrece una nueva obra, que aun manteniendo nexos en común con sus anteriores trabajos, es algo radicalmente distinto a todo lo que había hecho hasta ahora. Si bien, el conflicto vasco con ETA en el centro era un tema recurrente en los sketchs de “Vaya Semanita”, aquí se aborda desde una óptica completamente distinta.

Si los personajes de sus anteriores obras destacaban por la forma tan exagerada, casi caricaturesca, con las que estaban retratados. Aquí, aunque los secundarios no poseen realmente demasiada complejidad, los protagonistas son mostrados como verdaderos seres humanos, enfatizando especialmente (en algunos casos, puede que hasta excesivamente) en los aspectos más cotidianos y mundanos. Esta apuesta por recrear las negociaciones de forma íntima funciona, en gran medida, gracias a la gran labor de los actores, destacando a un entrañable Ramón Barea, que consigue trasmitir al espectador las preocupaciones y las motivaciones de su personaje, muchas veces sin necesidad de palabras, y otras con las mínimas; a lo que ayuda el guión escrito por el propio Cobeaga. Barea aquí hace méritos más que suficientes como para que su nombre aparezca en la lista de la próxima gala de los Goyas; y sería muy de agradecer verlo más veces en personajes protagonistas.

Aunque el humor sobrevuela todo el metraje de la película, su visionado no provocará risas incontrolables de principio a fin, ni tampoco lo pretende. El tono, y sobre todo el ritmo, se encuentran completamente alejados del prototipo de comedia en la cual se atosiga al espectador con una interminable sucesión de momentos (en ocasiones, de forma forzada) cómicos, con la esperanza de que alguno haga reír al espectador. Y aunque, en algunas ocasiones lo conseguirá, su humor negro parece buscar más la sonrisa cómplice y agridulce del público. Los momentos de comicidad están reforzados con las sucesivas apariciones de diferentes cómicos, destacando el pequeño papel de Secun de la Rosa.

El tema central, especialmente si tenemos en cuenta que está basada en un hecho real, podría dar a pensar que se trataría de una manera teatral y grandilocuente, con un desfile de discursos tan rimbombantes como trillados (incluso en cierto momento, la misma película parece reírse de ello), en su lugar se opta por acercar la acción al espectador haciendo lo propio con la cámara, para contarnos la historia desde una óptica humanista e intima, rozando en ocasiones el patetismo. Pero, al mismo tiempo, Cobeaga se distancia para mostrarnos el diálogo o conversación de forma neutral, lejos de la anticuada y simplista formula de buenos contra malos. Aunque, hay que destacar las grandes diferencias entre los etarras interpretados por Josean Bengoetxea y Carlos Areces, respectivamente. Se podría llegarse a decir, que el uno es justo lo contrario del otro, lo que puede resultar algo forzado, pero que encaja perfectamente con el mensaje de trasfondo de la obra.

Por general, que una obra se haga corta y te deje con ganas de más es una buena señal, pero este no es el caso; ya que el espectador puede no quedar del todo saciado tras el visionado, y con la sensación de que tanto el suculento punto de partida, como sus logrados personajes centrales, y un tono muy acertadamente elegido; se encuentran completamente desaprovechados. A lo mejor hubiera sido buena idea alargar sus escasos ochenta minutos de metraje. Seguramente esta no sea la obra definitiva sobre el conflicto vasco y ETA; pero sin duda alguna, es muestra de que se va por buen camino.
Time Bandit
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