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Voto de Time Bandit:
8
Comedia. Intriga California, año 1970. A Doc Sportello, un peculiar detective privado de Los Ángeles, le pide ayuda su exmujer, una seductora "femme fatale" debido a la desaparición de su amante, un magnate inmobiliario que pretendía devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve envuelto así en una una oscura trama, propia del cine negro. Adaptación de la novela homónima de Thomas Pynchon publicada en 2009. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2015
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente, Paul Thomas Anderson sea uno de los directores de cine más prestigiosos del momento, y no se puede decir que no se lo haya merecido; aunque, como suele pasar, cuente con casi tantos detractores como incondicionales. El realizador estadounidense en su nueva obra (la primera tras el triste fallecimiento de su hasta ahora actor fetiche Philip Seymour Hoffman) nos traslada a los agitados y caóticos Estados Unidos durante le década de los setenta del siglo pasado. Donde se mezclan el desenfreno, la sexualidad abierta y el uso y abuso de todo tipo de sustancias; con el puritanismo y el conservadurismo más extremo, sin que la unión tenga que ser por fuerza violenta.

Con “Puro Vicio” Paul Thomas Anderson finaliza, tras “Pozos de Ambición” y “The Master”, su “Trilogía Americana”, donde examina con su peculiar mirada la historia (nada complaciente) de su propio país. Y en este caso, lo hace a través de la mirada de Doc Sportello, interpretado de manera magistral por Joaquín Phoenix, un sucio y maloliente detective privado que trata de solucionar una trama que no para de complicarse según va avanzando el largo metraje (otra marca de la casa), pero eso sí, sin dejar de estar bajo los efectos de las drogas ni un solo momento. Y esto, es algo que no ha sido captada únicamente por la gran interpretación de Phoenix, sino por la propia forma de narrar la obra: errática y confusa, como si se estuviera bajo los efectos de la marihuana.

Curioso cóctel que combina el sabor del cine noir clásico (y de todos los tiempos) con cierto aire de comedia psicodélica flotando en el aire. Podría recordar a la obra de culto de los hermanos Cohen “El Gran Lebowski”, a lo que ayuda cierta similitud entre su personaje principal y el que inmortalizó a Jeff Bridges, pero la estructura, el tono y la forma en la que se relatan las dos historias difiere completamente la una de la otra. También podría emparentarla (aunque, más lejanamente) con obras como “Miedo y asco en Las Vegas” de Terry Gilliam. Premeditadamente confusa, puede perder al espectador en su maraña de tramas por donde desfilan cantidad de nombres y personajes; pero merece la pena tirar del hilo hasta el final de sus dos horas y media de excéntrico metraje.

Las películas de tanta duración como esta corren el riesgo de contar con altibajos, y puede que ésta sea la obra de Paul Thomas Anderson en la que más se noten, pero no excesivamente. Pero, también hay que tener en cuenta, que al igual de la confusa trama de conspiraciones delictivas, la narración aparentemente torpe y errática está recreada para empatizar con nuestro detective y consumidor de drogas a tiempo completo; sólo depende del espectador el entrar en su juego o no. Por tanto, debido a su arriesgada propuesta, esta obra está condenada a entrar en la lista de películas que te encantan o las odias, pero que nunca jamás te dejaran indiferentes.
Time Bandit
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